Descripción
En la Desperta Ferro de este mes:
Vivir en tiempos del Cid, a caballo entre los territorios ocupados por los cristianos y los dominados por los andalusíes, era vivir en un mundo de frontera, volátil e inseguro, a menudo sujeto a eventuales depredaciones en busca de botín, sin que muchas veces existiera necesariamente detrás de ello una pretensión de ocupación. Desde la ofensiva del rey castellano-leonés Alfonso VI hacia la taifa de Toledo en las últimas décadas del siglo XI, que habría de culminar con la toma de la ciudad en 1085, se rompió un equilibrio ya de por sí bastante precario que, durante un tiempo más breve de lo esperado, habían mantenido los reinos cristianos con los soberanos de los atomizados Estados resultantes de la caída del califato. Con la llegada de los almorávides, al auxilio de unas taifas amenazadas y sobrecargadas con impuestos muchas veces pagados al rival cristiano, el panorama habría de complicarse aún más. La frontera cristiano-andalusí en tiempos del Cid no es un límite estático, sino muchos en constante movimiento, permeables no solo a las gentes sino también, con mayor frecuencia de lo que suele pensarse, a los influjos, ideas y relaciones personales que compartían unos con otros. Desde luego, tampoco era un yermo despoblado, sino más bien un lugar en el que habitaba mucha gente cuya razón de ser no era otra que procurar su subsistencia y tratar de salir adelante, con independencia de qué rey gobernara por entonces.