Amir Timur, Timur el Cojo o, tal y como se lo conoce en Occidente, Tamerlán, nació en 1336 en la moderna Uzbekistán y, tras una infancia y juventud violentas, fue ascendiendo progresivamente hasta convertirse en líder de un gran conglomerado de pueblos nómadas de la región, turcos y mongoles en su mayoría y supo aprovecharse de la debilidad política de los estados herederos del gran Imperio de Genghis Khan, ya en franca decadencia, para extender su poder. Su genio militar solo estaba a la altura de su crueldad, y su gobierno, entre los años 1370 y 1405, fue poco menos que un peregrinaje de destrucción que le llevó a controlar un vastísimo territorio, de unos ocho millones de kilómetros cuadrados, pero también a saquear, destruir, exterminar o esclavizar a poblaciones enteras, desde Ankara hasta Delhi. Analizaremos el devenir de este controvertido personaje, considerado padre de la patria para los uzbecos modernos y poco menos que un demonio encarnado para el resto de la humanidad.