Descripción
Más allá de la imagen estereotipada del mundo romano, repleta de anécdotas de emperadores que se prostituyen, grafitos obscenos, pinturas pornográficas e innumerables representaciones de falos que dibujan la idea sesgada de una sexualidad salvaje, la realidad del sexo en Roma era mucho más terrenal y probablemente menos alocada. La perspectiva que prefiguran las fuentes escritas y la iconografía es la de un modelo centrado en los paradigmas de lo masculino, de la autoridad y del dominio. La obtención del placer era un privilegio de los hombres libres, sobre cuyas espaldas recaía la responsabilidad de intentar preservar el difícil equilibrio entre el placer sexual (propio) y el futuro del matrimonio y la familia, que pasaba siempre por las decisiones del pater familias. Bajo ese paraguas teórico, sin embargo, se movía un mundo repleto de posibilidades y contradicciones.