Son las últimas horas del 25 de octubre de 1917, según el calendario juliano. Petrogrado, la antigua capital de los zares, es presa de una gran agitación. La Guardia Roja encabeza a las masas, formadas por soldados de la guarnición y marinos de la Flota del Báltico, junto con trabajadores de las fábricas y otros muchos habitantes de la ciudad. Ha llegado el día. Mientras, en el Instituto Smolny, el Segundo Congreso de los Sóviets está tomando decisiones importantes. Entonces llega la noticia, el Palacio de Invierno ha caído y, con ello, queda marcado a fuego en la historia el triunfo de los bolcheviques al frente de la Revolución rusa. Sin embargo, triunfar no lo es todo, aún tienen que ser capaces de gobernar un país inmenso, agotado por una guerra que dura ya tres años y presa de enormes problemas sociales. La contrarrevolución no tarda en manifestarse. La Guerra Civil rusa no ha hecho más que empezar.
Rusia 1917. Revolución y guerra
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Descripción
El régimen de febrero. De la revolución nacional-republicana a la bolchevique por Francisco Veiga (Universidad Autónoma de Barcelona)
Durante ocho meses, los nuevos dirigentes revolucionarios debatieron si Rusia debía seguir en la Primera Guerra Mundial o no. La imposibilidad de seguir en el combate precipitó la Revolución rusa de Octubre. El advenimiento inesperado de la Revolución rusa de Febrero contrasta agudamente con la de octubre, concebida por los bolcheviques como una toma del poder desarrollada con precisión militar. Febrero fue el caos, y de él surgió la abdicación del zar y la aparición de un poder bicéfalo: el Gobierno Provisional –organizado por representantes de la Duma o parlamento–; y el Sóviet o asamblea coordinadora de los trabajadores, soldados y campesinos. Ambas instituciones se instalaron en el Palacio de Táuride.
La Guardia Roja por Rex A. Wade (George Mason University)
La “Guardia Roja”, también llamada “Milicia Obrera” o “Guardia Obrera”, estuvo compuesta por partidas de voluntarios armados formadas por trabajadores de la industria de las ciudades rusas durante la Revolución rusa de 1917, que fueron evolucionando junto con ella entre este año y 1918. Tuvo un rol importante en el proceso de organización de los trabajadores y en sus actividades, en la toma del poder por los bolcheviques y en asegurar el nuevo régimen soviético antes de que empezaran a perder importancia a partir de la primavera de 1918 y de que, poco después, fuera abolida.
La marcha triunfal del poder soviético (octubre de 1917-mayo de 1918) por Peter Kenez (University of California Santa Cruz)
En un artículo de 1915 titulado “El colapso de la Segunda Internacional”, Lenin escribió que el requisito más importante para que se desarrollara una situación revolucionaria no era que el pueblo no pudiera tolerar la opresión por más tiempo, sino que las clases dirigentes ya no pudieran mantenerse en el poder sin introducir cambios. Es en momentos de crisis y fisuras en las clases superiores cuando el descontento popular puede estallar. Y ciertamente, durante la Revolución rusa, las hubo. El Gobierno Provisional, una vez instaurado, fue incapaz de solucionar los dos problemas fundamentales a los que se enfrentaba Rusia: pan y paz. La ofensiva de Kérenski, la última de la guerra, fracasó por completo, a partir de entonces el Ejército ruso empezó a descomponerse, y la comida siguió siendo escasa. Todo ello facilitó la toma del poder por los bolcheviques, en octubre, aunque conservarlo no sería una cuestión fácil.
La insurgencia cosaca y el origen del Ejército Voluntario por Richard W. Harrison
La Guerra Civil que siguió a la Revolución rusa fue un conflicto que se extendió por una inmensa extensión de territorio, y cuyo frente (un término muy relativo en este caso) llegó extenderse hasta 8000 km. Desde los bosques del lejano norte a las montañas del Cáucaso y los desiertos de Asia Central, las diversas fuerzas antibolcheviques, conocidas colectivamente como los blancos, intentaron penetrar en la República soviética desde todas direcciones, mientras los rojos, por su parte, trataban de expandirse más allá de su base en el corazón de Rusia y extender su control a todo el antiguo imperio. De todos, el foco principal de la lucha contra los nuevos gobernantes fue, desde el principio, el sur; las regiones donde habitaban los cosacos del Don y del Kubán. Allí aguantó, con breves excepciones, durante el transcurso de la guerra.
El Tratado de Brest-Litovsk por Pablo Martín Fernández
Uno de los primeros actos de Lenin tras su toma del poder con el triunfo bolchevique en la Revolución rusa fue firmar los decretos Sobre la tierra y sobre la paz; y apenas unos días después los bolcheviques propusieron a sus aliados de la Entente concluir una paz general para poner fin al conflicto, iniciativa que fue rechazada tajantemente. El 13 de noviembre, el nuevo comisario de asuntos exteriores, León Trotski, solicitó un armisticio a los Imperios Centrales previo al inicio de las negociaciones de paz. Con el fin de maximizar el efecto propagandístico, los bolcheviques insistieron en que las negociaciones se llevaran a cabo en público: no solo se trataba de extrapolar el anhelo de paz ruso a los proletarios de los demás beligerantes y ganarlos para la revolución; sino también, insistiendo en el “derecho de autodeterminación de los pueblos”, socavar las iniciativas que implantaba Alemania frente a polacos y Lituanos para fijarlos a su órbita.
La Legión Checoslovaca por Richard Connaughton
Checoslovaquia es un término de la posguerra de 1918 que se refiere a la unión de los checos, representados por Tomas Masaryk, principal organizador de la resistencia, junto con los eslovacos de Milan Stefanik. El objetivo de ambos había sido ganarse el apoyo de los aliados a la independencia de ambas minorías del Imperio austrohúngaro. De esta coalición, el noventa por ciento de los miembros de las fuerzas armadas eran checos, y muchos de ellos estaban domiciliados en Francia, por lo que se les permitió unirse a la legión extranjera, de donde evolucionaría el término de legión checoslovaca. Sin embargo, la aventura con más épica fue la que vivieron los checoslovacos que combatieron en Rusia, que antes de abandonar el país por Vladivostok iban a vivir una anábasis militar que se extendería durante tres años y más de 9000 km, en lucha constante, fundamentalmente contra los bolcheviques.
El Komuch. La fase democrática de la Guerra Civil (junio-noviembre de 1918) por Geoffrey Swain (University of Glasgow)
Una de las piezas fundamentales de la Guerra Civil rusa durante el segundo semestre de 1918 fue el Komuch: el Comité de Miembros de la Asamblea Constituyente, formado por miembros del Partido Social-Revolucionario, que había sido el vencedor de las elecciones a dicha asamblea, posteriormente disuelta por los bolcheviques. Es interesante puntualizar que esta fuerza política, cuya base social estaba en las zonas rurales, era, en puridad, un partido dividido en sectores de izquierda, centro y derecha, y que el primero de ellos había llegado a colaborar activamente con los bolcheviques, mientras que los otros dos lo habían hecho con los partidos liberales que habían triunfado durante la primera fase de la Revolución. Es decir, era una entidad propia, de ahí que algunos autores no definan la contienda rusa como una guerra civil de dos bandos, sino de tres: rojos y blancos, por supuesto, y verdes, formado por los eseritas o social-revolucionarios.
Introduciendo el n.º 25, El primer asalto a Tobruk por Bruce I. Gudmundsson
El 8.º Batallón de Ametralladoras alemán fue una unidad singular. No solo porque tuvo más efectivos que la mayor parte de los batallones que rindieron servicio activo durante la Segunda Guerra Mundial, sino también por el modo en que se organizó. De los 1367 oficiales, suboficiales y soldados que formaron la unidad, 720 –encuadrados en tres compañías motorizadas (en camiones) de ametralladoras y dos secciones de ametralladoras motociclistas– tenía por misión el cuidado, reaprovisionamiento y manejo de las cuarenta ametralladoras pesadas que le daban su nombre. Del resto de los efectivos, 315 se encargaban de las demás armas pesadas del batallón: quince piezas contracarro ligeras y seis morteros pesados; 210 eran ingenieros militares y los últimos 122 se encargaban de servicios diversos, que iban desde el funcionamiento del cuartel general y la gestión de la red de comunicaciones a los cuidados médicos y el mantenimiento del equipo.