“Dormía poco é amó mucho mugeres. Fue muy trabajador en guerra. Fue cobdicioso de allegar tesoros é joyas […] E mató muchos en su Regno, por lo qual vino todo el daño que avedes oído” (Pedro López de Ayala, Crónica VIII). El reinado de Pedro I el Cruel, o el Justiciero según sus enemigos o partidarios, es uno de los más turbulentos de la historia de Castilla. El contexto no puede ser peor, su padre, Alfonso XI, muere de la misma peste negra que aboca a Occidente en su conjunto a un periodo de profunda crisis. Enfermedad, hambre, muerte, conflicto social, inestabilidad política y, por supuesto, guerras, son las características principales del periodo. Pedro hubo de lidiar contra todas ellas, siendo la más grave, quizás, la insubordinación de su propia nobleza, encabezada por su medio hermano Enrique de Trastámara, hijo ilegítimo de Alfonso XI. La guerra entre ambos se entremezcla con la Guerra de los dos Pedros con Aragón y, de forma muy determinante, con la Guerra de los Cien Años que por esas mismas fechas sacude Europa. El difícil reinado de Pedro I el Cruel termina de un modo dramático con su asesinato a manos de su hermano. Pero antes seremos testigos de asedios espectaculares, como el de Toledo, de épicas batallas, como la de Nájera o Montiel, de alianzas, traiciones y cambios de fortuna. Una época terrible para vivir pero emocionante para recordar.