“El ganado muere, los hombres mueren, yo mismo he de morir. Solo hay una cosa que nunca morirá: la reputación del hombre muerto” (Hávamál 77). Aunque no fuera el primer episodio de este tipo, el saqueo del monasterio de Lindisfarne en el año 793 marcó el comienzo de una era de terror para buena parte de Europa. Los invasores venidos del norte, los vikingos, vinieron a alimentar la antigua imagen romana que contraponía el Mediterráneo, cálido y civilizado, con un norte bárbaro, frío, salvaje y sin piedad. Sus siniestros emblemas del martillo de Thor o el cuervo de Odín simbolizaban la maldad de sus dioses paganos. Fundaron reinos en Inglaterra, Irlanda, Francia, Rusia y Sicilia, dieron impulso a la tendencia centralizadora en algunos de estos puntos y asolaron buena parte de Occidente. A lo largo de estas páginas nos adentramos en este fascinante periodo de la historia, con particular atención al primer siglo de expansión vikinga (s. IX) tratando de explicar sus causas y desarrollo. Esperemos que os resulten tan interesantes e informativas como las noticias que los cuervos Huggin y Muninn susurraban cada día a los oídos de Odín.