Durante las campañas en el frente Oriental de la Segunda Guerra Mundial, la región de Járkov fue testigo de cuatro batallas. Nosotros tendremos como protagonista de este número a la segunda batalla de Járkov de 1942, cuando los soviéticos se convirtieron en objetivo de una serie de furiosos contraataques. Puede parecer casualidad que, en un mismo lugar y casi en un mismo momento, convergieran dos ofensivas, una de cada bando y en direcciones opuestas en torno a esta ciudad, pero su importancia estratégica era extraordinaria. En mayo y junio de 1942 sucedieron dos cosas de enorme importancia: primero, la Luftwaffe dejó de ser dueña y señora de la totalidad del espacio aéreo; y segundo, que tras el éxito de la Operación Fridericus, el Ejército Rojo ya no se dejó atrapar en grandes bolsas, algo que los alemanes no fueron capaces de entender ya que siguieron intentando la misma maniobra una y otra vez, siempre con menos éxito que en la ocasión anterior.
La segunda batalla de Járkov 1942
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Descripción
La segunda batalla de Járkov, 1942: los planes de batalla por David M. Glantz
El éxito obtenido por las tropas soviéticas que combatían en la región de Moscú a la hora de detener al Heeresgruppe Mitte (“Grupo de Ejércitos Centro”) había abierto el camino a la idea de planificar una ofensiva de envergadura que explotara dicho logro con el objetivo de derrotar y destruir a las fuerzas del Heeresgruppe Süd en las regiones del Donbás y Járkov, en Ucrania oriental. Promovida y apoyada por Stalin durante el invierno y la primavera de 1942, la ofensiva de Timoshenko debía obligar además a los alemanes a desplazar tropas y recursos de su eje de avance contra Moscú, lo que impediría, por consiguiente, que estos intentaran tomar la capital durante el verano, objetivo que los soviéticos consideraban muy probable.
Préstamo y Arriendo. El Primer Protocolo de Moscú por Ilya Grinberg y Valerii Romanenko
Tras la invasión alemana de la Unión soviética, el Reino Unido propuso el 22 de junio su “cooperación de todas las maneras posibles”, en palabras del primer ministro británico, al Gobierno soviético. Por su parte, el presidente Roosevelt también declaró el 24 de junio su apoyo a la potencia invadida y sugirió que asistiría a los soviéticos en lo que necesitaran. A la hora de evaluar el resultado real de la ayuda hay que tener en cuenta que los materiales estratégicos, maquinaria y equipo recibidos tuvieron un papel mucho más importante a la hora de reforzar al Ejército Rojo que el equipo militar propiamente dicho, pues consiguieron compensar la insuficiencia –o en algunos casos la total ausencia– de productos y materias primas vitales para la producción de guerra soviética.
El Ostheer resurge. La reconstrucción del Ejército alemán por Gregory Liedtke (Laurier Faculty of Arts)
A primeros de 1942, el ejército alemán desplegado en la Unión Soviética, el Ostherr, apenas se parecía al que había conquistado el oeste de Europa o al que posteriormente había hecho añicos el Ejército Rojo y penetrado hasta las puertas de Moscú, pero para el verano de 1942 su reconstrucción permitió que la Operación Blau comenzara más o menos en plazo. También fue la causa de que esta fuerza pudiera desbaratar los ejércitos soviéticos desplegados frente a ella y avanzar hasta Stalingrado y las profundidades del Cáucaso.
La ofensiva soviética por Alexei Isaev
El ataque de la fuerza de asalto norte del Frente del Suroeste comenzó a las 6.30 horas del 12 de mayo de 1942 con un bombardeo que duró una hora, con una cantidad de munición que permitiría que las tropas no tuvieran que escatimar en potencia de fuego. Al finalizar esta barrera, entró en liza la fuerza aérea para atacar las baterías enemigas y sus puntos defensivos fortificados. El grueso del asalto, ejecutado por tres ejércitos soviéticos, recayó sobre dos divisiones de infantería alemanas que ocupaban un sector defensivo de más de 48 km, un espacio entre 1,5 y 2 veces superior a lo recomendado en los manuales, por lo que la defensa alemana empezó a desintegrarse con rapidez.
Operación Fridericus. Requiem por la Kesselschlacht por Gregory Liedtke (Laurier Faculty of Arts)
La Operación Fridericus resultó ser la última batalla de cerco a gran escala ejecutada con éxito por la Wehrmacht durante la Segunda Guerra Mundial. Esta ofensiva eliminó la amenaza que suponía el saliente de Barvénkovo, frustró una gran ofensiva soviética, destruyó una importante concentración de tropas del Ejército Rojo, capturó cientos de miles de prisioneros y preparó el terreno para el inicio de la ofensiva alemana de verano de 1942. Junto con las victorias obtenidas en otros lugares, el éxito de esta acción levantó la moral alemana y sirvió para acabar con el miedo a que el fracaso de Barbarroja, con la derrota ante Moscú en diciembre de 1941, y la entrada en guerra de los Estados Unidos señalaran un cambio irreparable en la suerte de las armas alemanas.
Batalla aérea sobre Járkov por Christer Bergström
Para llevar a cabo la operación, los frentes soviéticos recibieron unos refuerzos considerables. Por primera vez en la guerra, los blindados iban a actuar en densas formaciones, similares a las vanguardias de asalto de Panzer, con un importante apoyo de Il-2 Shturmovik. La aviación iba a jugar un papel fundamental desde primera hora del 12 de mayo. Ya desde el 9, unos días antes del inicio de la ofensiva, la aviación de bombardeo estratégico desencadenó una serie de ataques contra los nudos ferroviarios utilizados por los alemanes.
Consecuencias: Wilhelm y Fridericus II por Adrian Wettstein (Milak ETH Zurich)
La Operación Fridericus había resultado un éxito que no solo había detenido la ofensiva soviética de primavera contra Járkov y eliminado el saliente de Barvénkovo, sino que había destruido 22 divisiones de fusileros, 7 de caballería y 15 brigadas de carros. Tras la conclusión de esta operación, el OKH planificó despejar las regiones de Volchansk e Izyum en dos ofensivas que tendrían lugar posteriormente. Esta situación provocó tensiones entre Hitler y los altos mandos y los generales sobre el terreno que serían constantes a lo largo de 1942.
Y además, introduciendo el n.º 18, La Guerra Ruso-Japonesa: Akashi Motojiro, el espía por Chiharu Inaba – Meijo University
En una ocasión, el mariscal Aritomo Yamagata, “padre del Ejército imperial japonés”, pensando en las acciones del coronel Motojiro Akashi durante la Guerra Ruso-Japonesa, murmuró: “Akashi es un hombre terrible”. En la primavera de 1905 el Estado Mayor General de Tokio le envió un millón de yenes para propagar la revolución por toda Rusia e interferir en las operaciones militares de esta en el Lejano Oriente. Akashi no solo apoyó a los partidos revolucionarios, sino también a los liberales rusos y a las minorías oprimidas por el imperio; planeó desencadenar un gran alzamiento en San Petersburgo durante el verano de 1905 y, en secreto, compró gran cantidad de armas y las envió de contrabando hacia la capital rusa.