La Primera Cruzada

7,00 

2 disponibles

Deus le volt! Deus le volt! “¡Dios lo quiere! ¡Dios lo quiere!”, resonaba el grito por toda Europa occidental, eco poderoso de la prédica papal en Clermont. Solo poniéndonos en el lugar del hombre del siglo XI se puede entender el fervor místico que embargaba a las masas que se pusieron en movimiento para “liberar” los Santos Lugares, desde el campesino más humilde arrebatado por Pedro el Ermitaño a un conde de Tolosa. Pero el fervor religioso por sí solo no explica la Primera Cruzada, detrás de ella está la dinámica de una sociedad feudal amenazada por asaltos vikingos, musulmanes y magiares. Además, las motivaciones individuales podían ser de lo más variadas: desde clérigos embriagados de milenarismo hasta aventureros normandos como Bohemundo con sueños como hacerse con el Imperio bizantino. Sea como fuere, el impacto de la Primera Cruzada intensificó el contacto entre Europa occidental y oriental de una forma que llega hasta nuestros días. George Bush hablando de cruzadas contra el terrorismo, grupos terroristas como Al Qaeda reviviendo la yihad ¿Seguro que Dios quería esto?

 

2 disponibles

Descripción

«Toma tu cruz y sígueme» El mensaje papal de Clermont, por Carlos de Ayala Martínez (UAM)

A finales de noviembre de 1095 el papa Urbano II predicaba la guerra contra los musulmanes en la localidad francesa de Clermont. Lo hacía ante una multitud que le aclamaba y que no cabía en la catedral, por lo que fue necesario habilitar, junto a ella, un recinto para la ocasión. Nacía así y allí la “cruzada”, aunque ciertamente este término no llegó a utilizarse hasta poco más de un siglo después, a comienzos del s. XIII. Una vez más, la realidad de los hechos, cristalizada en concepto, precedía al término.

Primera Cruzada 1095

Bizancio y la Primera Cruzada por Christopher Wight

¿Qué papel jugó el Imperio bizantino en la Primera Cruzada? Sabemos que, antes de producirse, el emperador bizantino Alejo I había solicitado ayuda al papado en su lucha frente a los turcos, cuya presión en la frontera oriental bizantina era cada ver más insoportable. Poco antes, en 1054, se había producido el cisma religioso entre las sillas de Roma y Constantinopla, y no es improbable que el papa considerase esta una oportunidad de oro para unificar ambas Iglesias y restablecer su autoridad en Oriente.  En este artículo, el Dr. Wright analiza los objetivos políticos que Bizancio, por un lado, y el papa, por otro, esperaban obtener de una eventual cruzada, y cómo la impredecible realidad frustró tanto unos como otros.

El impacto de la Primera Cruzada en el mundo islámico, por TaefKamal El-Azhari

Solo se puede comprender la realidad de la Primera Cruzada si atendemos a la compleja y turbulenta realidad de los distintos Estados musulmanes de Oriente a la llegada de los cruzados. Egipto fatimí, califato abasí, turcos selyúcidas –divididos entre sí-, son algunos de los protagonistas de estepuzlepolítico. El profesor TaefKamal El-Azhari (Univ. de Qatar) explica la forma en que algunos tratan de instrumentalizar a los cruzados y el efecto que este nuevo jugador produjo en el –ya de por sí complejo- tablero de ajedrez oriental. Mapa de Carlos de la Rocha.

batalla de Harenc

Choque de contrastes, por John France

El 1 de julio de 1097 el ejército cruzado es emboscado y atacado por un ejército turco compuesto por jinetes arqueros, cosa nunca antes vista en Occidente. Tras la sorpresa y confusión inicial, los hábiles comandantes cruzados logran oponer una defensa coordinada, que dará lugar a un sorprendente resultado final. El profesor John France (Univ. Swansea) describe el choque de contrastes que supuso el contacto entre las técnicas y tácticas militares de Oriente y Occidente. Ilustración de la batalla de Harenc o del lago (año 1097) por J. M. Corada.

El sitio de Antioquía por José Manuel Rodríguez García (UNED)

El sitio y la batalla de Antioquía son, sin duda, uno de los episodios más dramáticos y espectaculares de la Primera Cruzada. En ellos podemos encontrar todas las posibles motivaciones y reacciones humanas ante la guerra, desde la marcha de tropas acompañadas por sus mujeres y niños por los páramos de Anatolia, en una auténtica marcha de la muerte, hasta ataques frontales, emboscadas, traiciones, sitios, batallas de encuentro, descubrimientos de reliquias y una apoteósica batalla campal final, todo ello entremezclado con sentimientos de fervor religioso, miedo, hambre, desesperanza, gozo inesperado y venganza. El texto se complemente con una soberbia ilustración de la batalla de Antioquía por Matthew Ryan (en la imagen vemos un detalle) y cartografía de Carlos de la Rocha.

batalla de Antioquía

El caballero contra el arquero a caballo. Las armas de la Primera Cruzada, por Yeyo Balbás

Las diferentes técnicas de combate de oriente y Occidente tienen su reflejo, como no puede ser de otro modo, en las respectivas panoplias. Yeyo Balbás analiza las diferencias entre ambas panoplias, con particular atención a las orientales y, entre estas, aquellas entre árabes y turcos. Ilustración de Marc Curto.

“A Jerusalén: ¡Dios lo quiere!” por Michel Balard

Recuperar Jerusalén, liberar los Santos lugares injustamente ocupados por los infieles y devolver la herencia de Cristo a la cristiandad constituyeron los objetivos primordiales de las cruzadas desde el momento en que partieron de Occidente. Y ninguna de las vicisitudes que sus participantes experimentaron a lo largo de la ruta –privaciones, enfermedades, la muerte– consiguieron empañar el ardor místico de las tropas comprometidas en alcanzar este propósito. El profesor Michel Balard (Univ. Sorbona) relata con pluma apasionada, casi narrativa, el novelesco asedio y toma de Jerusalén por los cruzados. Ilustración de Antonio Jesús Gil y mapas de Carlos de la Rocha.

Los auxiliares balcánicos de Filipo II de Macedonia, por Pierre O. Juhel

Desde 357 a. C. y su aplastante victoria contra los ilirios, Filipo II de Macedonia, aseguradas sus fronteras “bárbaras”, irá de éxito en éxito: habiendo pues rechazado a los ilirios, emprenderá una campaña contra los tracios –352/1 a. C.–, con victorias casi ininterrumpidas que extendieron la esfera de influencia del rey de Macedonia por el interior de la península balcánica. Derrotados ilirios y tracios, el rey macedonio hará de estos pueblos canteras de soldados para nutrir sus cada vez mayores ejércitos. El Dr. Pierre O. Juhel analiza carácter, armamento, modo de combate y grado de helenismo de estas tropas. Ilustración de RaduOltean.

 

Ir a Arriba