Tras las calamidades del Trecento, el Quattrocento trajo consigo un periodo de efervescencia en Italia. En el plano político, los estados italianos seguían compitiendo ferozmente sin llegar a formar una monarquía nacional. En la península son también las ambiciones de los señores y las aspiraciones papales las que la fragmentan el territorio. En el plano cultural eclosiona el Humanismo y el hombre desplaza a Dios del centro del Universo. Esto y unas realidades económicas cambiantes definirán la figura de los condotieros italianos: guerreros, comerciantes o banqueros, caballeros con armaduras decoradas all´antica. El más sonado será, quizá, Francesco Sforza, hábil en la guerra, diplomático y magnífico gestor económico de su compañía de fortuna. Los condotieros se caracterizarán por ser tanto guerreros como casi comerciantes y banqueros, preconizando la modernidad capitalista. A los cambios de bando, las capturas, los rescates y su mentalidad aún caballeresca dedicamos este número, ¡disfrutadlo!