Descripción
A finales de 1757, el rey Federico II de Prusia, encumbrado por sus aplastantes victorias sobre austriacos y franceses en las batallas de Rossbach y Leuthen, esperaba poder firmar una paz victoriosa con sus enemigos en la primavera siguiente. La coalición formada contra Prusia parecía desmoronarse, mientras que los aliados de Federico, liderados por Gran Bretaña, no tardaron en renovar su compromiso en la guerra que asolaba Alemania. Las expectativas del monarca prusiano se vieron sin embargo defraudadas: no solo la monarquía de los Habsburgo mostró una extraordinaria capacidad de recuperación, sino que los aliados rusos y suecos de la emperatriz María Teresa y Luis XV de Francia no tardaron en invadir territorio prusiano desde el este y el norte. Federico dependía de una nueva victoria sobre los austriacos para materializar sus planes. Esta vez, no obstante, no se enfrentaba al incompetente Carlos de Lorena, sino al astuto y experimentado mariscal Leopold Joseph von Daun, que frustró su campaña en Moravia. Perdida la iniciativa, Federico y su ejército se vieron abocados a una guerra de desgaste en la que debieron enfrentar a sus enemigos en suelo propio. El éxito de la alianza contra Prusia, eso sí, dependería de que sus enemigos fuesen capaces de coordinar sus esfuerzos bélicos. Si eso sería posible y Prusia se vería forzada a la rendición, solo el tiempo lo diría. El conflicto, posteriormente bautizado como la Guerra de los Siete Años, escalaba y no tendría una rápida resolución.