A diferencia de lo que parece haber quedado en el imaginario colectivo, la batalla de las Ardenas no terminó cuando quedó contenida la gran ofensiva alemana sino que los combates continuaron. La derrota de las Ardenas fue la de la última gran ofensiva alemana en el Oeste. Tras Herbstnebel (“niebla de otoño”), las cuatro divisiones Panzer de las SS involucradas viajarían a Hungría para fracasar de nuevo en marzo en la operación Frühlingserwachen (“despertar de primavera”). Pero, en aquel frío mes de enero ¿supieron los alemanes que habían sido derrotados? ¿Era Hitler consciente de ello? Es llamativo que el 16 de enero el dictador abandonara el Adlerhorst (“nido del águila”) para ir a enterrarse definitivamente en el Führerbunkerde Berlín. Entonces, ¿por qué seguir combatiendo en la batalla de las Ardenas? Es posible que, más allá de toda ilusión de victoria, siguieran a sabiendas de que mientras combatieran en aquella pequeña porción de Bélgica, los aliados no desencadenarían ofensivas en otros lugares del frente que los condujeran hasta el corazón de Alemania.
La batalla de las Ardenas (II)
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Descripción
La respuesta aliada a la ofensiva alemana por G. E. Patrick Murray (Valley Forge Military Academy)
Dwigh D. Eisenhower, Omar N. Bradley y Bernard L. Montgomery fueron los tres jefes aliados de más alto rango que dirigieron tropas y recursos para detener la ofensiva de Hitler en las Ardenas y mandar a los alemanes de vuelta a su punto de partida; misión en la que cada uno tuvo su papel, no siempre para bien. El británico, que recibió el mando de ingentes fuerzas estadounidenses en el lado norte del saliente, se ensoberbeció en exceso por ello y acabó por enredarse en conferencias de prensa que crearon una gran tensión en la alianza; Bradley, en cambio, aunque no sin protestar, aceptó que su grupo de ejércitos quedara reducido a una mera sombra y que el protagonismo pasara a ser del exuberante Patton, hasta que el desarrollo de la batalla le permitió recuperar las fuerzas cedidas; y Eisenhower fue sin duda el deus ex machina que permitió que todas las tensiones y desavenencias se solucionaran para que la alianza occidental siguiera combatiendo eficazmente y reducir el saliente creado por los alemanes.
Volksgrenadier, la última esperanza del Tercer Reich por Gregory Liedtke (Laurier Faculty of Arts)
De las muchas narraciones referidas al ejército alemán durante la campaña de las Ardenas, la mayoría tienden a centrarse en las aclamadas divisiones Panzer, por lo que dedican muy poco espacio, comparativamente, a las acciones aparentemente más mundanas de las de infantería que sirvieron en dicha batalla, muchas de las cuales fueron unidades de Volksgrenadier. Sin embargo, a pesar de haber sido desatendidas, el papel de estas tropas fue crucial; de hecho, podría decirse que dado que fueron las encargadas de romper las líneas estadounidenses para que los Panzer pudiera iniciar su explotación, de contener y destruir las unidades norteamericanas aisladas y de apoyar y proteger los flancos de las puntas de lanza acorazadas, finalmente, sus éxitos y fracasos determinaron el resultado de toda la operación.
El asedio de Bastogne por Leo Barron
Combatir por Bastogne no formaba parte del plan original diseñado por los alemanes para la ofensiva de las Ardenas, sino que para obtener un éxito decisivo, el XLVII Panzerkorps del 5. Panzerarmee debía ser capaz de llegar al Mosa antes de que los aliados pudieran contraatacar. Para cumplir con esta misión, el mando del ejército destinó tres divisiones al cuerpo antedicho: la 26.ª de Volksgrenadier, la 2.ª Panzer y la Panzer Lehr. Sin embargo, la guerra es un juego de dos y los estadounidenses también decidieron participar activamente, enviando una de sus mejores unidades, la 101.ª División aerotransportada, a defender el cruce de Bastogne, vital para que los alemanes cumplieran el objetivo antedicho. El cerco que siguió es uno de los elementos clave de la batalla.
Recuerdos de Peter Koch, un artillero de la Hohenstaufen por Hans Wijers
Finalmente, la 5.ª Compañía consiguió tomar Bra, pero era incapaz de mantenerlo y se retiró. Fue estando allí cuando nos llegó la noticia de que el comandante de nuestro regimiento, el Obersturmbannführer Ludwig Spindler, había caído el día 27, en Lierneux. Tenía 34 años. Lo llevaron en coche a la zona donde se encontraba el batallón de reemplazo y lo enterraron en el cementerio militar que había junto a una antigua iglesia. Fue el Obersturmbannführer Eberhardt Telkamp quien ofició el discurso fúnebre. El Hauptsturmführer Heinz Fraedrich, comandante del batallón, también fue baja, a causa de un accidente de coche en el que sufrió diversos cortes de consideración en el cuerpo. El Obersturmbannführer Jakob tomó el mando del regimiento y el Hauptsturmführer Otto Hauck el del batallón.
El contraataque de Patton por Christer Bergström
El contraataque del general Patton durante la batalla de las Ardenas de 1944 fue uno de los mayores fracasos del Ejército norteamericano durante la Segunda Guerra Mundial, tan notable que la historiografía de orientación estadounidense ha hecho un esfuerzo sustancial –y no sin cierto éxito– para convertir dicho fiasco en un triunfo. Parece que cuando Patton organizó el giro de 90º de su Tercer Ejército, una maniobra magistral desde todo punto de vista, y preparó los planes de su ofensiva hacia el norte, el objetivo era cortar el saliente y atrapar a todo el 5. Panzerarmee alemán, cosa que no consiguió hacer. Sin embargo, entretanto Bastogne había sido rodeada, y si consiguió romper el cerco, un triunfo que llevó a que el objetivo original fuera sustituido, en el imaginario colectivo, por este éxito.
Guerra de exterminio en el Frente Occidental por Jens Westemeier (RWTH Aachen)
El ataque alemán en las Ardenas provocó actos de violencia como no se habían visto antes en el frente occidental. La batalla, de más de cinco semanas de intensos combates, se distinguió por una enorme cantidad de crímenes de guerra, incluidos tanto el asesinato de prisioneros de guerra como el de numerosos civiles. Como indica Antony Beevor, la sorpresa y crueldad de la ofensiva de Hitler trajeron la brutalidad del Frente del Este al del oeste. La preeminencia de las Waffen SS, los soldados políticos de Hitler, tuvo un papel esencial en estos hechos, que no sucedieron por casualidad; sin embargo tampoco hay que olvidar que los aliados también cometieron sus propios crímenes.
La reconquista del saliente por Philippe Guillemot
Esta fase supuso un nuevo periodo de sufrimientos y dificultades para los soldados que participaron en ella –o bien en la lucha por retrasar al enemigo, o bien en los asaltos con los que se construyó la determinada y a veces laboriosa progresión hacia las posiciones de partida–. En todo caso, los beligerantes de ambos bandos tuvieron que compartir unas condiciones climáticas, sobre todo el frío, especialmente duras. Además, conviene indicarlo por diversas razones de las que hablaremos más adelante, la reconquista fue larga y no podemos considerar que los alemanes fueran expulsados de vuelta a su punto de partida del 16 de diciembre hasta el 25 de enero.
Auda abu Tayi y los jeques ante la revuelta árabe, 1916 por Yoav Alon (Tel Aviv University)
Fue Lawrence de arabia, la película clásica de Hollywood del año 1962, la que popularizó a un personaje tan fascinante como el jeque Auda abu Tayi y su papel en la revuelta árabe. Encarnado por el legendario actor de origen mexicano-estadounidense Anthony Quinn, quien cuajó una actuación memorable, su representación del personaje, aunque no siempre rigurosa, fue sin embargo una fiable descripción de un jeque tribal: libre de espíritu, valiente y sabio. Para muchos, Auda se convirtió en la cara árabe de la revuelta, con una importancia solo inferior a la del propio T. E. Lawrence. Sin embargo, en realidad solo fue uno de los muchos líderes tribales que jugaron un papel importante durante la guerra. Algunos apoyaron a la familia hachemita, que se había revelado contra el Imperio otomano, mientras que otros permanecieron leales a dicha potencia y apoyaron su esfuerzo militar.