Descripción
Para una Europa dividida por la reforma protestante y con múltiples reinos inmersos en disputas seculares, el espíritu de cruzada propio de épocas previas era poco más que un glorioso recuerdo. Sin embargo, los últimos ecos de aquel mundo de guerreros juramentados por la fe los encontramos en la pequeña isla rocosa de Malta en los meses centrales de 1565, cuando una nutrida armada otomana desembarcó en el último feudo de la Orden del Hospital de San de Juan de Jerusalén para poner fin a sus molestas incursiones corsarias sobre las costas musulmanas. Menguados en número tras la expansión del protestantismo y su expulsión de Rodas en 1522, los caballeros se aprestaron con uñas y dientes a defender su nuevo hogar, que Carlos V les hacía cedido en 1530. En el gran sitio de Malta, los soldados de Solimán el Magnífico y del gran maestre Jean Parisot de La Valette se enfrentaron no en una lucha secular, sino en una guerra donde la dimensión religiosa se anteponía a cualquier otra consideración, por importante que fuese. En aquella lucha sin cuartel, en una isla que no podía abastecer siquiera a sus habitantes y bajo un calor asfixiante, otomanos y cristianos disputaron palmo a palmo cada posición y volcaron todo su ingenio para alzarse con el triunfo. Al sacrificio de los miles de hombres de todos los confines del Mediterráneo y más allá que dejaron su piel en la lucha dedicamos este número, en el que, además de trazar un detallado recorrido por los avatares del cerco, lo contextualizamos en el más amplio enfrentamiento entre el Imperio otomano y la Monarquía Hispánica por la supremacía en el Mare Nostrum, nos adentramos en la Malta de los caballeros y bosquejamos los ecos de un triunfo cristiano que puso fin a una prolongada racha de derrotas y allanó el camino hacia Lepanto.