Pocos testimonios medievales españoles han tenido tanta participación extranjera y propia como el Camino de Santiago. Desde sus orígenes este camino fue no solamente un itinerario físico sino también una ruta de peregrinos de todo el mundo, que guiados por el Apóstol se abrían a un mundo de contrastes e imposibles milagros. En este número pedimos al lector que nos acompañe en este recorrido para ser testigos de la invención o descubrimiento del sepulcro de Santiago, de los peregrinos del camino, los peligros del mismo y las joyas de la arquitectura románica que hallaban a su paso. Sin embargo, no solo fue un camino espiritual y religioso, sino también político y comercial. Pocos casos en el Medievo reflejan mejor la articulación de la sociedad feudal, en la que confluyen los intereses de gobernantes con los de la Iglesia. Nos ponemos pues calzado cómodo, les deseamos una buena andadura y que regresen con la concha del peregrino al cuello en este recorrido por el Camino de Santiago en la Edad Media.
El Camino de Santiago en la Edad Media
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Descripción
“Antes del camino…” por Adeline Rucquoi, CNRS-EHESS
Hacia los años 860-870 varios autores de martirologios en Vienne, Lyon, París o San Galo, añaden, al final del relato del martirio de Santiago el Mayor, que “sus santísimos restos, transferidos desde Jerusalén a España y sepultados en los últimos confines de esta, son ampliamente venerados por el pueblo”. Esta es la primera noticia que tenemos de la presencia de las reliquias del Apóstol en Galicia, y por lo tanto del descubrimiento de su tumba. Acompañando a este artículo, un mapa de Carlos de la Rocha nos acerca a las rutas marítimas y terrestres frecuentadas por los peregrinos en la etapa temprana del Camino, hasta la estabilización de la ruta que detalla el Liber Sancti Iacobi.
“El codex calixtinus. Un puzle monumental en honor del apóstol Santiago” por José María Anguita Jaén, Universidad de Santiago de Compostela
Nadie podría cuestionar su condición de monumento literario a la imponente recopilación de escritos sobre el apóstol Santiago y su culto que se autodenomina Iacobus, a la que los especialistas se refieren como Liber sancti Iacobi y que es conocida por el público en general como Codex Calixtinus, por la copia más antigua y completa en que se nos presenta, la del magnífico códice de pergamino terminado en la segunda mitad del s. XII y custodiado desde entonces en el archivo de la catedral de Santiago de Compostela, con alguna breve y conocida interrupción.
“Los peregrinos. Perfiles sociales y motivaciones para emprender el Camino” por Juan Carlos Martín Cea, Universidad de Valladolid
En sus períodos de máximo apogeo, Santiago va a recibir a peregrinos provenientes de todos los rincones de la cristiandad, desde Escandinavia o las Islas Británicas hasta Italia y el Sacro Imperio. Ya fuera a pie, montados, o surcando el mar en largas travesías, personas de muy diversa extracción social compartían un mismo camino. La excelente propaganda llevada a cabo por obispos y monarcas unida al fervor religioso y la popularidad de las reliquias llevaron a que en los momentos de máximo apogeo de la sede compostelana, viajaran a Santiago hasta 200.000 peregrinos al año. Una estupenda ilustración obra de Zvonimir Grbasic nos acerca al viaje del duque Guillermo X de Aquitania con su comitiva en pleno peregrinaje a Compostela para visitar las reliquias del Apóstol.
“Viajando a través del Camino. La experiencia del peregrinaje” por Luis Martínez García, Universidad de Burgos
La esperanza de alcanzar los beneficios espirituales asociados a la peregrinación llevaba a los peregrinos a separarse de sus familias durante tres meses para enfrentarse a los riesgos del camino. El caminante se encontraría en su trayecto con diversos peligros: los naturales, durante el cruce de los Pirineos o el Macizo Galaico, las enfermedades y losderivados de la acción humana como las estafas en los albergues, los asaltos o los conflictos bélicos. Los grandes séquitos de reyes y magnates se mezclaban con los grupos de peregrinos asociados para la travesía, mientras recorrían unas etapas que empezaban a aparecer de manera detallada en las múltiples guías redactadas en la época. Además de servir como vía de tránsito para estos peregrinos, el Camino que conducía a Santiago sirvió para comunicar los diferentes reinos cristianos, llevar a la Península las ideas y mercancías provenientes de Europa, y contribuir al asentamiento de francos y otros emigrantes a lo largo del Camino. Además, todo el recorrido del Camino francés desplegado en un detallado mapa de Carlos de la Rocha, situando las etapas, los milagros del santo, las reliquias y otras muchas cosas narradas en las fuentes escritas. Como colofón, una espléndida ilustración de unos peregrinos a su llegada a Compostela, admirando el Pórtico de la Gloria, es otro de los grandes atractivos de este artículo, a cargo en este caso de la ilustradora ªRU-MOR.
“La ciudad de Compostela. Meta del Camino de Santiago.” por Carlos Andrés González Paz, Instituto de Estudios Gallegos “Padre Sarmiento” (CSIC- Xunta de Galicia)
“Santiago, la ciudad del templo de oro, a la cual acuden en la fiesta gentes de Francia, de Roma y de todas las regiones vecinas (Al-Bakri, Geografía de España (Siglo XII); trad. E. Vidal, Anubar, 1982)”. Rodeada por su monumental muralla, y circundada por un foso que protegía las siete puertas, el peregrino debía quedar extasiado ante la multitud y calidad las iglesias, hospitales y conventos que la plagaban. Tras cruzar la puerta Francigena, los peregrinos podían recorrer los mercados que ofrecían recuerdos al viajero, y alojarse en las numerosas hospederías que florecieron al pie del camino. La riqueza y el enorme tamaño de la iglesia principal ligaron de forma permanente su figura a la de la ciudad de Santiago. Con este artículo, incluimos un plano de la ciudad de Compostela y una espectacular ilustración a doble página, obra de Josep R. Casals, reconstruyendo la catedral románica de Compostela a comienzos del siglo XIII.
“El románico en el Camino” por José Luis Senra, Universidad Complutense de Madrid
Si hay alguna materia-emblema en el discurso teórico del llamado estilo románico esta es la que se superpone a la ruta de peregrinación a Santiago de Compostela. Conforma sin lugar a dudas un tópico temático abordado hasta el infinito a lo largo del ya rebasado siglo XX. Y, si bien es cierto que como herramienta didáctica ofrece “ciertas” prestaciones positivas para la comprensión del fenómeno artístico, todavía es hábito común desplegar un planteamiento un tanto reduccionista en base a hacer válidos algunos estereotipos utilizando etiquetados conceptuales. Así, se apela al “arte del Camino de Santiago”, a formulismos del tipo Cluny en calidad de introductor del románico en la península ibérica a partir de su despliegue en la propia ruta o, ya con menor envergadura, a considerar el edificio más icónico del Camino, la catedral de Santiago, como un ente arquitectónico en pleno funcionamiento ya en el tan mitificado siglo XI. Sobre estas tres cuestiones y alguna otra complementaria vamos a tratar de modo breve pero conciso a lo largo de esta aportación.
“El Camino de Santiago. Cluny y la monarquía leonesa” por Carlos M. Reglero de la Fuente, Universidad de Valladolid
El obispo Pelayo de Oviedo recuerda en su Crónica cómo Alfonso VI hizo reparar todos los puentes entre Logroño y Santiago, es decir, los del Camino de Santiago. La paz que aseguró al reino permitía a comerciantes y peregrinos recorrerlo con seguridad, sin robos. Pelayo le llama padre y defensor de todas las iglesias de España, y enumera una larga lista de villas pobladas en la Extremadura del Duero. Todas estas actuaciones forman parte de una política de fortalecimiento del poder regio y apertura de su reino a las influencias traspirenaicas. Sobre la intervención de la monarquía leonesa en la potenciación del Camino, y el (a menudo exagerado por la historiografía) interés de la abadía borgoñona de Cluny, vamos a indagar en este artículo, que cuenta con un mapa a doble página de Carlos de la Rocha representando la situación política de los reinos septentrionales en 1065 y las donaciones del rey Alfonso VI a Cluny y otras iglesias.
“El estatuto jurídico de los peregrinos del Camino de Santiago” por José Sánchez-Arcilla Bernal, Universidad Complutense de Madrid
[…] En el pueblo llamado Ostabat y en los de Saint-Jean y Saint-Michel-Pied-de Port se hallan unos malvados portazgueros, los cuales totalmente se condenan; pues saliendo al camino a los peregrinos con dos o tres dardos cobran por la fuerza tributos injustos. Y si algún viajero se niega a darles los dineros que le han pedido, le pegan con los dardos y le quitan el censo, insultándole y registrándole hasta las calzas (Liber Sancti Jacobi, V.6; trad. A. Moralejo, C. Torres y J. Feo, Xunta de Galicia, 2004). El peregrino se enfrentaba a este y a otros muchos peligros que dificultaban su viaje, pero las monarquías hispánicas, interesados en el constante flujo de viajeros, no ahorraron esfuerzos en legislar a favor de la protección de estos hasta el punto de que podemos hablar de un verdadero “estatuto jurídico” para los peregrinos. El artículo cuenta con una magnífica ilustración de Ramón Acedo mostrando los abusos de un hospedero a un grupo de peregrinos que se ha alojado en su local buscando refugio y comida caliente.
“Antes de los neandertales” por Ana Gracia Téllez, Universidad de Alcalá de Henares (UAH) / UCM-ISCIII
Hace unos 2 millones de años (Ma) tuvo lugar una de las migraciones de homínidos más importantes procedentes de África hacia Eurasia. Lo sabemos por las evidencias del registro arqueopaleontológico que dejaron estos homínidos tras su paso. A partir de unas excavaciones realizadas en Georgia (en el Cáucaso), se están recuperando restos de cerca de 1,8 Ma, entre los que destaca una abundante colección de fósiles humanos adscritos taxonómicamente a Homo georgicus. Y para cronologías superiores a un millón de años, los humanos de Georgia no son una evidencia aislada. En Asia, en la isla de Java, se han recuperado distintos restos de Homo erectus con unas cronologías de hace unos 1,5 Ma en adelante. En Europa, en niveles de 1,2 Ma del yacimiento de la Trinchera Elefante de la sierra de Atapuerca (Burgos), se han recuperado restos humanos que no se han podido asociar todavía a ninguna especie conocida (Homo sp.).