Un especialista en el “modo alemán” de hacer la guerra como Robert Citino se lamentaba en su obra La muerte de la Wehrmacht de que Rommel y el Afrika Korps han generado una de las bibliografías más extensas relacionada con la Segunda Guerra Mundial hasta la fecha y, sin embargo, la historiografía no ha aportado apenas novedades desde hace varias décadas. Este nuevo número de Desperta Ferro Contemporánea no pretende hacer una crónica operacional del Afrika Korps, pero sí sumergir al lector en el interior del contingente alemán en el norte de África para comprender sus rasgos distintivos, su entorno, sus dificultades y la lógica de estas operaciones. Reflejaremos también la principal crítica: la brillantez táctica al servicio de una campaña perfectamente inútil. Sirva este número para aclimatar al lector a las condiciones de la guerra en el norte de África a cuyas arenas volveremos para desgranar sus principales operaciones y batallas.
Deutsches Afrika Korps
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Descripción
La Blitzkrieg de Rommel. Análisis de un mito por Dennis Showalter (Colorado College)
El 12 de febrero de 1941 Erwin Rommel era designado comandante en jefe de las tropas alemanas en Libia, decisión aparentemente fundamentada en la mera disponibilidad de este, ya que ningún general superior le encontraba mayor provecho en la inminente invasión de la Unión Soviética; Rommel fue enviado a un escenario secundario que, sin embargo, pronto situaría en el centro de la historia gracias a una espectacular sucesión de victorias en el campo de batalla.
Las fuerzas de tierra alemanas en el norte de África (1941-1943) por Adrian Wettstein (Militärakademie an der ETH Zürich)
Del primer al último día de la intervención alemana en el norte de África, este frente fue considerado por el alto mando como un teatro de operaciones secundario. Como consecuencia, los recursos enviados resultaban insuficientes y, con escasas excepciones, las unidades allí destinadas estaban al final de la lista de prioridades para el envío de refuerzos y nuevo equipamiento. La intervención alemana comenzó a principios de 1941 con el rápido despliegue de dos divisiones, futuro núcleo del Deutsches Afrika Korps (DAK). Hasta noviembre de 1942, el crecimiento de las fuerzas alemanas en África fue lento pero constante, pero en la fase final de la guerra, tras el desembarco aliado en el norte de África (Operación Torch, 8 de noviembre de 1942), la Wehrmacht rápidamente desplazará no menos de cuatro divisiones y distintas unidades del ejército al teatro de operaciones.
La logística del Eje en la guerra del desierto por Niall Barr (King’s College London)
«El sueño de un táctico, la pesadilla de un intendente» quizás sea la frase más famosa que define la guerra del desierto entre 1940 y 1943, aunque también la más tópica, que parece sugerir que las operaciones en el norte de África se reducían a una mera problemática militar. Por contra, con su sola presencia en los desiertos de Libia y Egipto los dos ejércitos rivales representaron una revolución en la guerra. Distintos ejércitos habían cruzado desiertos a lo largo de la historia (con resultados bien distintos) pero nunca antes habían sido capaces de vivir, trabajar y combatir en él durante periodos prolongados de tiempo. Los condicionantes con que se encontraron los ejércitos británico y del Eje en los desiertos de Libia y Egipto no tenían, en sentido literal, precedentes.
Arte operacional y tácticas alemanas en teatro mediterráneo por John Sayen
Las tácticas ofensivas y defensivas de todo el ejército alemán, incluyendo el Afrika Korps, vinieron casi completamente heredadas de la Primera Guerra Mundial, desarrolladas con mucho éxito principalmente en el Frente Occidental durante 1914-1918. A pesar de las radicales diferencias entre el norte de Francia y África, los alemanes fueron capaces de adaptar sus tácticas con facilidad. Los carros de combate eran capaces de actuar como si de una flota de acorazados se tratara. Ciertamente, las tácticas avanzadas alemanas resultaron una ventaja. Minimizaron las bajas propias –y aumentaron las enemigas– e hicieron posible conseguir más con menos. Sin embargo, no pudieron alterar las consecuencias de una estrategia improvisada, de “último momento”, o la sustancial debilidad demográfica, industrial y política de la que adolecían todos los miembros del Eje. Estas solo podían demorar lo inevitable.
La batalla de Gazala por Douglas Porch (Naval Postgraduate School)
El día 15, Rommel escribió lacónicamente “hemos ganado la batalla y el enemigo huye”, pero Rommel no se contentaba solo con expulsar a los británicos de Gazala. Al contrario, retomó un plan de octubre de 1941 para atacar Tobruk por el sudeste. Churchill le advirtió a su mando en Oriente Medio que no podía renunciar a ese símbolo de la determinación británica sin graves consecuencias políticas y psicológicas, pero no surtió efecto: el 21 de junio, la fortaleza con sus 33 000 defensores, incluyendo a 5 generales, 2000 vehículos y toneladas de suministros, fue conquistada por el Afrika Korps en un lapso de 24 horas a un coste de 2490 bajas para Rommel. En Berlín, se le proclamaba como uno de los más grandes guerreros de la historia y fue ascendido a mariscal de campo, mientras que Egipto era presa de una atmósfera de fin de régime.
La cooperación germano-italiana en el norte de África por Richard L. DiNardo (Marine Corps Command and Staff College)
Los Aliados afrontaron el conflicto desde la perspectiva de una coalición de guerra, con todos los miembros centrados en un objetivo principal, la derrota de Alemania, mientras que, por el contrario, los miembros del Eje se guiaron por la noción de “guerra paralela”, con cada potencia enfrentada por objetivos políticos particulares a unos enemigos comunes. No obstante, en determinados teatros de operaciones las potencias del Eje tuvieron que actuar de forma concertada y el más notable de ellos fue el Mediterráneo, donde las fuerzas alemanas e italianas trabajaron conjuntamente a todos los niveles en los ámbitos terrestre, aéreo y naval.
La vida diaria del Afrika Korps por Pier Paolo Battistelli
La imagen que tenían los soldados alemanes del Afrika Korps sobre el desierto era sumamente romántica; “encantadores oasis con palmeras, naranjos, fuentes cristalinas por las que corría agua fresca, ciudades orientales con sus tabernas y bailarinas del vientre, y el vaivén de las caravanas de camellos de los beduinos” alimentaban el recuerdo de Otto Henning,1 percepción compartida por los estados mayores por la falta de experiencia y de conocimiento: cuando la 3.ª División Panzer recibió la orden de prepararse para acudir al norte de África en septiembre de 1940, la única fuente de información sobre su clima tropical y su entorno provenía de los informes de la Legión Cóndor. La primera impresión no solo quedó lejos de la realidad, sino que además fue demoledora.
Operación Salam: Almásy en el desierto por András Zboray (Royal Geographical Society)
El Abwehr (el servicio de inteligencia militar alemán) mostró gran interés en el norte de África y se apresuró en reclutar expertos tanto en planificación como en operaciones. Uno de ellos fue el explorador del desierto de origen húngaro Láslzló Almásy, al que en septiembre de 1941 se le consultó por primera vez la posibilidad de conducir a través del desierto hacia Egipto y a principios de noviembre fue puesto al mando de la Operación Salam, con la misión de transportar a los dos agentes al valle del Nilo de forma inadvertida. Se puede decir que la Operación Salam resultó un rotundo éxito, pero fue absolutamente inútil. La larga ruta de Almásy a lo largo de un desierto controlado por el enemigo fue un logro increíble; sin embargo, los acontecimientos posteriores frustraron todos los planes y esfuerzos. La Operación Salam fue, sobre todo, un éxito personal del propio Almásy.
Y, además, introduciendo el n.º 6, Operación Starlite por Otto Lehrack
Durante la primavera y el verano de 1965 las fuerzas comunistas en Vietnam del Sur estaban muy preocupadas ante la intervención norteamericana. Los yankees se estaban desplegando con rapidez y era necesario acosarles antes de que pudieran organizarse e interferir en la toma de control por parte del Norte de sus correligionarios del sur. Hanoi envió una división al completo a través de la ruta Ho Chi Minh para reforzar a las fuerzas del Viet Cong (VC) próximas a Saigón y ordenó al curtido 1.er Regimiento del VC organizar un ataque contra la nueva base aérea del Cuerpo de Marines de Estados Unidos (USMC) en Chu Lai. La Operación Starlite fue una experiencia aleccionadora para ambos bandos y un hito destacado de la intervención norteamericana en Vietnam. Se trató del primer combate de envergadura de la guerra, en el que se enfrentaron dos contingentes de tamaño regimental.