Descripción

La Guerra México-Estados Unidos 1846-1848. “¡Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos!”. Estas palabras han sido atribuidas a Porfirio Díaz, presidente de México entre 1876 y 1911, si bien es probable que en realidad su autor sea el político e historiador Nemesio García Naranjo. Sea como fuere, aunque no llegó a tiempo para luchar en la contienda, Díaz pudo comprobar en persona las funestas consecuencias para su país de la intervención estadounidense de 1846, que redefinió la relación entre ambas naciones en términos muy favorables al agresor, una relación que se mantiene hoy y que, en los últimos meses ha cobrado nueva relevancia. Todo comenzó cuando, el 29 de diciembre de 1845, la república de Texas se unió formalmente a los Estados Unidos de América. Para el entonces presidente James K. Polk, se trataba del primer paso en la expansión de su país hacia el océano Pacífico. Con México debilitado por luchas internas entre centralistas y federalistas, por movimientos separatistas y con un norte sometido a las constantes correrías de apaches y comanches, el Gobierno norteamericano esperaba poder adquirir por un módico precio la vasta extensión de tierras vírgenes que se extendía desde la desembocadura del río Bravo hasta las playas de California. Sin embargo, México se negó y Estados Unidos declaró la guerra. Pese a los denodados esfuerzos del Ejército mexicano y de los miles de irregulares que hostigaron a los invasores por todo el país, la contienda se saldó con una dolorosa derrota para México, que se tradujo en la pérdida de más de la mitad de su territorio y un incremento adicional de la inestabilidad política. Al mismo tiempo, empero, la incapacidad del Gobierno estadounidense en la gestión de la victoria allanó el camino de forma decisiva hacia Guerra de Secesión.