Descripción

La Armada española tuvo su época de máximo esplendor en la segunda mitad del siglo XVIII. Merced a las reformas administrativas y fiscales y las innovaciones técnicas y científicas, los buques españoles, tripulados por oficiales formados, muchos de ellos, en la Real Academia de Guardias Marinas, extendieron su dominio y sus navegaciones del Mediterráneo al mar de China, del Caribe a la Patagonia y del Perú a la Polinesia. La Armada creció de modo espectacular en número de buques por medio de la creación y ampliación de arsenales hasta desplegar en su apogeo cerca de trescientos buques grandes y pequeños. Carlos III era consciente de la importancia del mar: tras la derrota ante Gran Bretaña en 1762, dedicó ingentes esfuerzos a expandir su flota; esto se cristalizó en las dos décadas siguientes, en los éxitos sobre los portugueses en la colonia de Sacramento y Río Grande, sobre los británicos en el Caribe y frente a los corsarios berberiscos en el Mediterráneo. A la postre, fue la crisis fiscal ocasionada por el crecimiento sin mesura de la Marina Real española, antes que la acción de sus enemigos, lo que puso fin a esta época dorada. España sencillamente no tenía capacidad económica para sostener una flota de tales dimensiones. Sobre esta marina, capaz de medirse a la británica, que llevó a cabo expediciones científicas por todo el mundo, que modernizó sus arsenales con la maquinaria más avanzada, que diseñó y construyó los mejores buques de su época, y que innovó con nuevas tipologías de naves, trata este número especial de la serie que dedicamos a la Armada española.