Descripción

Contrariamente a lo que se puede pensar, las batallas campales eran relativamente infrecuentes en el Medievo. Ahora bien, cuando se daban solían tener consecuencias profundas y de largo alcance. Ese parece haber sido el caso de la que el 16 de julio del año 1212 libraron dos numerosísimos ejércitos en las Navas de Tolosa (Jaén), una batalla que a la postre resultaría decisiva para decantar la balanza de poder entre al-Ándalus y los reinos cristianos a favor de estos últimos. El enfrentamiento provocó el declive del Imperio almohade y, con este, el de la España musulmana, situación que en las décadas siguientes aprovecharían los reinos cristianos para expandirse a su costa. La de las Navas fue, además, una batalla con tintes de cruzada, avalada por Roma y que, por lo mismo, concitó la unión de tres reyes (Castilla, Aragón y Navarra), de varias órdenes militares (Santiago, Calatrava, Temple y Hospital) así como de multitud de voluntarios, muchos leoneses y portugueses, pero también “ultramontanos”, caso de los franceses y occitanos.