De entre las sociedades protohistóricas que poblaron la península ibérica con anterioridad a la llegada de Roma, la celtibérica –cuya celticidad está más allá de toda duda, pese a contar con cultura material marcadamente distinta a la “típica” de los celtas centroeuropeos– es quizá una de las más populares y bien conocidas, pero las lagunas son todavía muchas, y abarcan incontables aspectos de su historia y realidad cotidiana. De la mano de la arqueología, en especial de las últimas décadas, comienzan a perfilarse ciertos aspectos clave sobre el origen, costumbres, modos de vida y creencias de los celtíberos, y plantearse a su vez nuevas preguntas que suponen nuevos retos para nuestro afán de conocimiento.
Celtíberos
7,00 €
Sin existencias
Sin existencias
Receive in-stock notifications for this.
Descripción
La celtización de la península ibérica por Martín Almagro-Gorbea (RAH)
Muchas regiones de la España actual, heredera de la antigua Hispania, como gran parte de Europa occidental, tiene raíces celtas. Los celtas ocuparon amplias áreas de la península ibérica, en especial las zonas occidentales desde el Atlántico hasta rebasar el sistema Ibérico y desde Extremadura hasta el Cantábrico, incluido todo el País Vasco. Por ello, no se exagera al decir que los celtas constituyen un elemento esencial de nuestra formación étnica y cultural, como evidencia la cultura popular de muchas regiones de España, que todavía conservan ancestrales costumbres, mitos y leyendas que han influido la literatura castellana, aunque estos elementos suelen pasar desapercibidos. Acompañando a este artículo, contamos con un mapa en el que observamos las etnias célticas peninsulares y las influencias externas recibidas en su proceso de gestación, además de una gráfica que especifica las relaciones de las lenguas célticas con otras de la rama indoeuropea.
La génesis de los celtíberos por Alberto Lorrio Alvarado (Universidad de Alicante)
Los celtíberos hablaban una lengua indoeuropea y ofrecían unas características culturales bastante homogéneas, como demuestran sus armas, sus joyas, su arte, su organización social o sus prácticas religiosas. En gran medida nuestro conocimiento sobre los celtíberos procede de los textos clásicos, las evidencias lingüísticas y epigráficas, y la arqueología, a las que habría que añadir el folclore, en el que se evidencia la perduración de ciertas tradiciones de posible origen prerromano. Tales evidencias nos han permitido obtener un conocimiento privilegiado de los celtíberos que protagonizaron las guerras contra Roma, lo que podríamos denominar su etapa histórica, que abarca desde finales del siglo III al I a. C. El artículo se centra en el proceso de gestación de la cultura celtibérica en los primeros siglos de su existencia, en los períodos protoceltibérico y celtibérico antiguo, y cuenta con un mapa a doble página con los principales yacimientos (poblamiento y necrópolis) de esta etapa, así como gráficas explicativas de la periodización de la cultura celtibérica a partir de los datos arqueológicos y de las fuentes escritas.
El apogeo del mundo celtibérico por Francisco Burillo (Universidad de Zaragoza)
Los celtíberos desarrollaron un modelo de sociedad campesina de tendencia igualitaria basada en la familia extensa. Dominaban en su poblamiento los asentamientos rurales en torno a ciudades carentes de edificios públicos de carácter monumental; de pequeñas dimensiones, entre 5 y 10 ha, con la excepción de Segeda, que alcanzó las 44 ha debido al sinecismo ejercido sobre poblaciones vecinas. No existió un Estado celtibérico, ni sus etnias tuvieron entidad política, sino que su estructura de gobierno era de ciudades-Estado, formadas por ciudadanos armados –en su gran mayoría campesinos residentes en el campo y en la ciudad–, con ausencia de un poder aristocrático y con un alto porcentaje de caballeros, indicio del reparto de la riqueza. Su economía se basaba en la agricultura cerealista de secano, el aprovechamiento de la bellota y una cabaña ganadera de ovicaprinos, vacunos y porcinos, y contemplaba un fácil acceso a los recursos metalúrgicos y a la sal, dada su dispersión en el territorio. En torno a la transición del siglo II al I a. C. el aumento demográfico motivó la emigración de celtíberos a la Beturia Céltica fundando ciudades de similar nombre, caso de Segida y Nertobriga y acuñando allí monedas similares a las de su lugar de origen. Además del mapa a página completa con los principales yacimientos (necrópolis, ciudades, cecas, santuarios, etc) del Celtibérico pleno, el artículo viene acompañado de una ilustración de Sandra Delgado reconstruyendo el momento en el que la iuventus de la ciudad celtibérica de Belgeda se rebela contra el Senado, incendiándolo con sus representantes en su interior.
Fuego y carroña. El mundo funerario de los celtíberos por Marta Chordá Pérez (Centro de Estudios Celtibéricos)
“El libro de la protohistoria lo habían dejado los iberos como escrito en sus necrópolis: allí simbolizarían sus creencias, se idolatrarían sus dioses, se indicarían sus costumbres, se determinaría su organización social, se puntualizarían sus cualidades y jerarquías, se mostrarían sus armas, sus joyas, sus adornos, útiles; en fin, cuanto fue su vida; porque todos esos objetos transformáronse en fastos, etapas de la vida espiritual y social de nuestros antiquísimos padres” (E. Aguilera y Gamboa, Las necrópolis ibéricas,1916, p. 6). Pocos textos resumen como este del marqués de Cerralbo, la importancia y significado que para el estudio de las sociedades en general, y de los celtíberos en particular, tienen las necrópolis. Si los poblados brindan la capacidad de ofrecernos una “foto fija” de la más absoluta coetaneidad de sus pobladores, las necrópolis en cambio nos presentan toda una idea pactada (ritual) de lo político, social y religioso, entre los vivos de una comunidad y sus muertos. Se vislumbra en la conformación de los cementerios, el tratamiento de los cuerpos y el cuidadoso depósito de los materiales que componen las tumbas una trascendencia de lo humano a lo espiritual, para lo cual la lectura del registro arqueológico ha de ser, si cabe, más meticulosa que en los ámbitos domésticos. Se incluyen con el artículo tres escenas de reconstrucción ilustradas, obra de José Luís García Morán, en las que vemos la incineración de un guerrero en la necrópolis de Alpanseque, plagada de estelas, la deposición del ajuar de una tumba femenina en la necrópolis de Numancia, y la exposición del cadáver de un guerrero en las inmediaciones de la necrópolis de Osma.
Los ciclos cotidianos de la vida celtibérica por Marian Arlegui (Museo Numantino de Soria)
La Edad del Hierro tuvo una duración de entre mil y ochocientos años, según consideremos su origen en los primeros indicios de cambio respecto a las poblaciones del Bronce final, y si su conclusión debe situarse en la conquista romana o en la disolución en la cultura imperante. Es un período muy dilatado en el que la vida cotidiana se desarrolló con importantes variaciones. La geografía de la cultura celtibérica tuvo también márgenes fluctuantes en el tiempo por la evolución expansiva de la misma y porque las relaciones culturales con poblaciones vecinas, las culturas periféricas de los campos de urnas, generan limites confusos para su adscripción. No olvidemos que gran parte de nuestro conocimiento procede de yacimientos excavados a principios del siglo pasado, y que tan solo el norte de Guadalajara puede ofrecer, con investigaciones arqueológicas recientes, secuencias culturales sólidas. En el artículo se incluye la reconstrucción de Román García Mora del funcionamiento de un alfar celtibérico en el siglo II a. C.
Una religión elusiva. Espacios de culto, dioses y rituales de los celtíberos por Silvia Alfayé (Universidad de Zaragoza)
Las fuentes documentales para estudiar y aprehender la religión celtibérica son escasas y problemáticas. Los textos grecolatinos recogen pocas alusiones a los rituales o las creencias de los celtíberos y, cuando lo hacen, están relacionadas con el ámbito de la guerra o forman parte de una construcción retórica de la alteridad indígena, también en lo religioso, a la que se contrapone la acción civilizadora de Roma. En lo que refiere a la arqueología del culto en la Celtiberia, la falta de información contextual y precisa, sumada al desinterés por la excavación de las construcciones identificadas como posibles espacios cultuales, siguen limitando el avance del estudio de las manifestaciones religiosas celtibéricas sobre bases arqueológicas sólidas. Los textos epigráficos visibilizan las actividades rituales y los nombres vernáculos de divinidades, pero la mayoría aparecen escritos sobre aras de los siglos I-III d. C. que carecen de contexto, es decir, de las que no podemos reconstruir el ambiente cultual del que formaban parte. Y, sin esa información, no es posible tampoco saber cuáles eran las competencias que les reconocía su comunidad de fieles. Al carecer de las narrativas religiosas y las gramáticas históricas que les dan sentido, resulta muy complicado desentrañar los códigos visuales y los significados simbólicos de unas imágenes esquivas, por más que algunas de ellas muestren escenas rituales y elementos que podrían tener un valor cosmogónico o ritual.
Lengua y epigrafía celtibéricas por Carlos Jordán (Universidad de Zaragoza)
A día de hoy nadie duda de que en la península ibérica había una buena cantidad de pueblos de habla celta antes de la llegada de los romanos a ella en 218 a. C. Varios de ellos empleaban una lengua que la paleohispanística moderna denomina mediante el etnónimo clásico “celtibérico”. Estos celtíberos adoptaron la escritura de sus vecinos iberos, pero fue el contacto con los romanos el responsable de su eclosión epigráfica. A medida que se iban romanizando culturalmente, se fueron también latinizando gráfica y lingüísticamente, hasta que terminaron por diluirse. El artículo contiene un mapa a doble página con los principales hallazgos epigráficos en lengua celtibérica.
Y además, introduciendo el n.º 26, En los albores del románico. Las iglesias del Serrablo por José Luís Acín Fanlo
El Serrablo, inscrito en la actual comarca oscense del Alto Gállego, es una de las zonas en las que más se ha cebado la despoblación que se desarrolló entre los años cincuenta y los setenta del siglo pasado. Pero si bien esta es, en efecto, una de las características de esta región, el otro elemento que la define un conjunto de iglesias románicas únicas, que muestran una serie de características y elementos que las diferencian del resto a la par que las singularizan. Todo lo contrario a la despoblación se podía apreciar en aquellas épocas medievales que, como efecto de la conquista musulmana y el repliegue de los habitantes en la zona pirenaica, se encontraba con un alto índice poblacional. De hecho, la población se congregaba, precisamente, en torno a estas iglesias y a algún concreto monasterio, que los construyeron como centro de sus poblaciones y que en la actualidad alguna de las mismas, reconvertidas en ermitas, hablan de antiguos poblados que se fueron quedando vacíos a lo largo de la historia. Se acompaña de un mapa con la ubicación de las iglesias serrablesas y otros conjuntos románicos relevantes de la región.