Descripción
La derrota y posterior muerte de Pompeyo Magno no pusieron fin –ni mucho menos– a la crudelísima guerra civil que asoló la República romana a mediados del siglo I a. C. Algunos de sus simpatizantes hallaron refugio en el norte de África, de dónde pronto fueron desalojados por un César triunfante. Quedaba por tanto un único refugio para los pompeyanos: Hispania, a donde acudieron todos aquellos que se oponían al gobierno autocrático de César y, en su lugar, soñaban con la restauración de la antigua república oligárquica. Fue por tanto en Hispania, y en torno a Cneo y Sexto Pompeyo, los hijos del malhadado antagonista de César, donde se reunieron numerosos aristócratas y numerosas legiones dispuestas a resistir al “tirano”. Y fue así como el nuevo amo de Roma se vio obligado a emprender una campaña militar en Hispania que, contrariamente a lo que había sucedido en otras ocasiones, resultó extremadamente dura y peligrosa. Finalmente, en marzo del año 45 a. C. ambos ejércitos se enfrentaron en una colosal y reñida batalla frente a la ciudad de Munda, donde a decir del propio César, “En Farsalia luché por la victoria, en Munda luché por mi propia vida”.