Caporetto 1917

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En octubre de 1917, el Imperio austrohúngaro estaba agotado. Tres años de severos desastres militares habían agotado sus recursos y lo habían obligado a supeditarse a su poderoso aliado alemán. En el frente italiano, el Regio Esercito había mostrado un indudable talante agresivo, aunque no una gran eficacia, y había desencadenado, una tras otra, once batallas en el Isonzo hasta el verano de 1917, con el objetivo inmediato de tomar Trieste y, a la postre, derrotar definitivamente a su tradicional enemigo. Pero todo cambió cuando Alemania aceptó, por fin, apoyar a sus aliados. Una arrolladora ofensiva conjunta, la duodécima batalla del Isonzo, mucho mejor conocida como el desastre de Caporetto, no solo recuperó el terreno perdido durante dos años, sino que a punto estuvo de doblegar definitivamente al ejército italiano.

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Descripción

La ofensiva inevitable. El año decisivo del frente italiano por Marco Mondini (Università degli Studi di Padova)

La ofensiva inevitable. El año decisivo del frente italiano por Marco Mondini (Università degli Studi di Padova)

Entre marzo y abril de 1917, durante una serie de reuniones celebradas En Vicenza y Verona con delegados de los altos mandos francés y británico, Luigi Cadorna, comandante en jefe del Ejército italiano, mencionó por primera vez la “inevitable ofensiva” que desencadenarían los austrohúngaros –posiblemente junto con los alemanes– contra Italia tras haber retirado sus tropas del frente ruso, un análisis compartido por muchos otros. En 1917 no había duda de que el secular imperio de los Habsburgo estaba a punto de sucumbir, y que el golpe de gracia se lo daría precisamente Italia. Ante la progresiva erosión de las fuerzas armadas y las crecientes dificultades de la Monarquía Dual, asfixiada por el bloqueo económico aliado, Carlos tuvo que aceptar la tutela de su poderoso aliado alemán. Por su parte, el káiser Guillermo II se convirtió en comandante en jefe nominal de los ejércitos aliados, y el dúo formado por Paul Hindemburg y Erich Ludendorff asumió de facto la dirección militar de las Potencias Centrales. A cambio de esta pérdida de autonomía Austria-Hungría obtuvo importantes recursos económicos –por valor de cien millones de marcos mensuales– y, sobre todo, humanos y materiales para defender sus fronteras.

Waffentreue. La ofensiva austro-alemana de Caporetto por Peter Lieb (Zentrum für Militärgeschichte und Sozialwissenschaften der Bundeswehr)

Waffentreue. La ofensiva austro-alemana de Caporetto por Peter Lieb (Zentrum für Militärgeschichte und Sozialwissenschaften der Bundeswehr)

A finales del verano de 1917, mientras el Ejército imperial y Real se encontraba luchando su undécima batalla defensiva a orillas del Isonzo, Austria-Hungría parecía acabada. Dos años llevaban ya sus ejércitos haciendo frente a los italianos, cuyos avances se limitaban, en esta ocasión, a unos escasos 12 km en el sector de la meseta de Bainsizza al noreste de Gorizia. A cambio, habían sufrido gran cantidad de bajas, al igual que los defensores Austrohúngaros, cuyo mando, de hecho, consideraba la situación como amenazante y contaba con que el frente se derrumbaría pronto. El mayor temor era que entonces los italianos pudieran penetrar en la cuenca de Liubliana y desde allí, a su vez, en el interior de Austria. Por ese motivo, en Viena se creía que la única manera de mejorar la situación en el frente italiano era mediante una ofensiva. Sin embargo, un plan de ese tipo entrañaba un gran dilema. El emperador Carlos I sabía que, para ello, necesitaría la ayuda militar de sus aliados alemanes, y esto suponía admitir la propia debilidad militar, algo que era muy difícil de conciliar con el honor de la Monarquía Dual, pues manifestaría que el Ejército Imperial y Real era incapaz, una vez más, de resistir a sus enemigos.

La guerra en alta montaña por Alexander Jordan (Wehrgeschichtliches Museum Rastatt)

La guerra en alta montaña por Alexander Jordan (Wehrgeschichtliches Museum Rastatt)

En la primera mitad del siglo XIX la guerra en las montañas se limitaba al combate en valles y pasos, puesto que no existía una red de caminos que fueran útiles desde un punto de vista militar, aparte de las escasas carreteras que transcurrían por los valles. Sin embargo, al crecer cada vez más el interés por los Alpes por parte de senderistas y amantes de la naturaleza, se produjo un aumento del turismo que vino acompañado de una mejora de las infraestructuras. Con ello, dicha cordillera obtuvo una importancia estratégica cada vez mayor, ya que ahora era posible ex tender las operaciones militares a toda el área de montaña. La lucha en regiones climáticas casi árticas adoptó formas diferentes y estuvo sujeta a otras características muy diferentes a las de, por ejemplo, los combates en los escenarios bélicos de Francia o Rusia entre 1914 y 1918. La carga principal de la guerra en la montaña recayó sobre regimientos especializados, en el caso de Italia, los llamados alpini; en el caso de Austria-Hungría fueron los Tiroler Kaiserjäger y los Landeschützen, que posteriormente recibirían el nombre de Kaiserschützen.

Rommel en Caporetto. La batalla que forjó a un comandante por Pier Paolo Battistelli

Rommel en Caporetto. La batalla que forjó a un comandante por Pier Paolo Battistelli

El 21 de octubre, cuando el Major Sprösser pasó revista a sus hombres del Württembergische Gebirgs-Bataillon (WGB, Batallón de Montaña de Wurtemberg), todos ellos eran conscientes de lo que habían dejado atrás. Una marcha de sesenta y tantos kilómetros des de su área de concentración cerca de Kranj, realizada por la noche, bajo una lluvia torrencial, y en la que se ocultaban durante el día para des cansar. Una travesía horrible, agravada por unas raciones insuficientes que, sin embargo, no afectó a su moral, todavía alta gracias a su experiencia y a sus comandantes. El Major Theodor Sprösser era el respetado comandante de este batallón que se había formado en el otoño de 1915 en respuesta a la creación en la rival Baviera de una unidad de infantería de montaña. Entre sus oficiales se encontraba el teniente Rommel, de veinticinco años y con siete de servicio, que había demostrado coraje, audacia y decisión desde que entró por primera vez en combate en el frente occidental y resultó herido al comienzo de la guerra.

Del Tagliamento al Piave. La retirada italiana por Paolo Formiconi

Del Tagliamento al Piave. La retirada italiana por Paolo Formiconi

Tras el ataque germano-austrohúngaro que comenzó en la noche del 23 al 24 de octubre, el general Luigi Cadorna, jefe del Estado Mayor del Regio Esercito, tuvo todavía que esperar hasta la tarde del 24 antes de poder hacerse una idea de la situación. En aquel momento, el Segundo Ejército, sobre el Isonzo, estaba siendo objeto de un violento ataque. Su IV Cuerpo de Ejército, en el extremo norte de la línea, había cedido terreno y perdido cuatro de sus divisiones, mientras que el XXVII Cuerpo, más al sur, resistía con dificultad tras haber retirado tres de sus divisiones a la segunda línea y abandonado a la 19.ª División de Infantería, cercada y para entonces ya condenada. El avance enemigo tenía como elemento ofensivo principal el poderoso Decimocuarto Ejército del general Von Below. Mientras este golpeaba al Segundo Ejército italiano, el Décimo Ejército austrohúngaro del general Krobatin efectuó un ataque secundario contra el Cuerpo de Ejército de Carnia (XII italiano). En los extremos del despliegue de las Potencias Centrales estaban el Undécimo Ejército, del Trentino, comandado por el Feldmarschall Conrad von Hotzendörf, al oeste, y el Segundo Ejército del Isonzo del general Boroevic, al sur. Ambas fuerzas, inicialmente inmóviles, suponían una amenaza para las alas del despliegue italiano, formadas por el Cuarto Ejército en los Dolomitas y el Tercero, dirigido por el duque de Aosta, en el bajo Isonzo, en caso de que tuviera que llevarse a cabo una retirada.

La crisis de Caporetto y la recuperación italiana por Emilio Tirone

La crisis de Caporetto y la recuperación italiana por Emilio Tirone

Pese a que la exitosa maniobra de retirada, oportunamente ejecutada por Cadorna, había permitido salvar al Tercer y Cuarto Ejército, evitando un colapso total del frente, y a que la victoriosa resistencia organizada en la línea Grappa-Piave había disipado el riesgo de una invasión del territorio nacional y marcado la recuperación de la efectividad de las tropas, el revés sufrido en Caporetto fue para Italia un acontecimiento histórico demasiado trascendente como para evitar que despertara una acalorada controversia y provocara incertidumbre sobre la conducción de la guerra. Sobre todo porque la retirada echó al traste con todos los esfuerzos realizados durante treinta meses de contienda, tras haber concedido al enemigo mucho más territorio del obtenido con esfuerzo en las once batallas anteriores del Isonzo. A petición del Parlamento se creó una comisión de investigación (propuesta por el Real Decreto n.º 35 de 12 de enero de 1918) para esclarecer las causas y las “responsabilidades militares” que habían llevado a la retirada al Piave, pero que enseguida derivó en una investigación sobre el modo en el que se había conducido la guerra hasta ese momento. En particular, se examinaron las dinámicas dentro del Mando Supremo y la labor  del jefe de Estado Mayor, incluidas sus relaciones interpersonales con los otros oficiales.

Luigi Cadorna. Un comandante controvertido por Filippo Cappellano (Ufficio Storico dell’Esercito italiano)

Luigi Cadorna. Un comandante controvertido por Filippo Cappellano (Ufficio Storico dell’Esercito italiano)

El mariscal Luigi Cadorna es, sin duda, el militar más controvertido de la historia de Italia. Su nombre ha quedado asociado a la grave derrota de Caporetto más que a los dos años y medio en que, como comandante supremo, contuvo al Ejército imperial austrohúngaro, que era uno de los más poderosos de Europa y nunca antes había sido derrotado por el Ejército sardo (piamontés) o italiano. Cadorna siempre ha tenido más detractores que admiradores tanto dentro como fuera del ámbito castrense y, más allá de sus colaboradores más cercanos durante su estancia en Udine al mando del Ejército italiano y de algunas eminentes figuras del intervencionismo, que siempre lo defendieron y a veces incluso lo alabaron, en general ha recibido pocos apoyos y, con frecuencia, ha sido duramente criticado. Los primeros en darle la espalda, desde los inicios de la campaña, fueron el propio Gobierno y las autoridades parlamentarias. La actitud política de Cadorna, que no consentía la interferencia ministerial en la conducción de operaciones, no estaba bien vista ni entre la clase política que apoyaba al Gobierno ni por la oposición.

Introduciendo el n.º 38: El Comité Nacional por una Alemania Libre por Andreas Hilger (Deutsches Historisches Institut Moskau)

Y además, introduciendo el n.º 38 El Comité Nacional por una Alemania Libre por Andreas Hilger (Deutsches Historisches Institut Moskau)

El destino de los prisioneros de guerra en la Unión Soviética formó parte fundamental de la memoria alemana de la Segunda Guerra Mundial. En la percepción de la sociedad pronto confluyeron las ideas antisoviéticas y anticomunistas, los patrones de interpretación propios de la Guerra Fría y las experiencias dolorosas. Allí donde era lícito expresarse, como la Alemania Occidental, se solía hablar de “campos de muerte” o “campos de silencio”, en los que habrían desaparecido cientos de miles de soldados de la Wehrmacht. Uno de los últimos repatriados fue el general Walther von Seydlitz-Kurzbach, capturado en Stalingrado en enero de 1943. Desde septiembre de aquel año, Von Seydlitz se había comprometido contra la Alemania nacionalsocialista, afiliándose al Bund Deutscher Offiziere (BDO, “Unión de Oficiales Alemanes”), que era una parte importante del Nationalkomitee Freies Deutschland (NKFD, “Comité Nacional para una Alemania Libre”).

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