Descripción
El origen de la Armada española en el Mediterráneo por Francisco Javier García de Castro (Universidad de Valladolid)
La unión de las coronas de Aragón y de Castilla en una sola monarquía no implicó ni la integración de los diversos reinos que las conformaban ni su transformación en una entidad jurídica diferente. La visión a largo plazo de Isabel y Fernando hará posible que este proyecto político termine a la postre imponiéndose, en gran parte gracias a la paciente acción diplomática desplegada, pero fruto igualmente de la acertada disposición de los recursos militares de ambas coronas, con una participación tan destacada como imprescindible de las fuerzas navales conjuntas. A finales del siglo XV, tras la conquista de Granada, asistimos a un cambio en la estructura naval de los reinos hispanos.
La estrategia mediterránea de los Austrias por Miguel Ángel de Bunes Ibarra (Consejo Superior de Investigaciones Científicas)
La llegada al Mediterráneo occidental de navegantes de origen turco-otomano cambió el ritmo de la historia de esta parte del mar. El corso se profesionalizó a través de estos marinos, que se asentaron en ciudades que convirtieron dicho ejercicio en la principal fuente de ingresos. La situación llevó a Carlos V a iniciar una gran política marítima, cuyo primer éxito se concretaría en el cambio de bando de Andrea Doria. En la década de 1530 se inició el rearme de las flotas, se incrementó el número de efectivos y se atacó los puertos en manos de los corsarios capitaneados por Barbarroja para contener los progresos otomanos en el Mediterráneo. Ya en el reinado de Felipe II, con la gran conflagración hispano-turca, de 1565 a 1574, se establecería definitivamente la frontera entre las dos potencias.
La galera en el siglo XVI por Marcel Pujol Hamelink (Escola Superior de Conservació i Restauració de Béns Culturals de Catalunya)
Cuando se habla de galeras nos vienen a la memoria dos grandes batallas, la de Salamina (480 a. C.) y la de Lepanto (1571). Se trata de dos conflictos separados por dos mil años, pero en los que hay una similitud en cuanto al prototipo de embarcación de guerra utilizado en ambos. Los barcos de la Armada española en el Mediterráneo buscaban como principales cualidades la velocidad y la maniobrabilidad, por lo que adoptaron una propulsión mixta, a vela y a remo, siendo este el utilizado en combate. Los grandes cambios que tuvieron lugar durante el siglo XVI en las galeras fueron la adopción de la artillería de fuego, la boga a la galocha y el uso de forzados y esclavos como remeros, amén de otros cambios técnicos como la supresión del doble timón lateral y la aparición de un segundo mástil que iría aumentando su altura y superficie vélica.
Las tácticas de combate de las galeras por Agustín Ramón Rodríguez González (Real Academia de la Historia)
Pese a su particular leyenda negra, que quiere ver en las galeras del siglo XVI una arcaica reminiscencia del pasado, estos eran buques que, con sus limitaciones de fragilidad, escasa potencia artillera, incomodidad para las dotaciones y reducida autonomía por su pequeña capacidad de carga de alimentos y aguada, resultaban tremendamente útiles para todo tipo de operaciones, y, aunque inferiores en artillería y fortaleza estructural a naos y galeones, podían evitarlos bogando contra el viento, y eran más versátiles, especialmente en mares cerrados como el Mediterráneo.
La logística de las flotas por José Manuel Marchena Giménez (Universidad Complutense de Madrid)
El mantenimiento de las escuadras de galeras de la Armada española en el Mediterráneo no solo significó un enorme desembolso económico para la Corona, sino que también representó un esfuerzo administrativo significativo, no solo para la administración central, sino también para la local. El Estado aseguraba el correcto funcionamiento del sistema por medio de una burocracia y unas leyes específicas. Los consejos de Guerra, de Estado y de Hacienda fueron los órganos más relevantes en la administración de las galeras, junto con comisiones específicas como la Junta de Galeras o la Contaduría de Galeras, cuyas atribuciones iban desde la organización hasta la financiación de las escuadras.
La vida a bordo de las galeras por José Manuel Marchena Giménez (Universidad Complutense de Madrid)
La vida de los hombres de mar comenzaba, como casi todas, en tierra. Gran parte de las tripulaciones de las galeras de la Armada española en el Mediterráneo eran de origen social humilde, en su mayoría procedentes de las poblaciones costeras peninsulares. La tripulación se dividía en la “gente de cabo” (oficiales, marineros, soldados y otros oficios) y la “gente de remo”, la chusma, casi todos ellos galeotes o esclavos. A lo largo del siglo XVI, a partir de la entrada de la infantería en la galera, se estableció una segunda división entre gente de guerra y gente de mar. El espacio interno de estos navíos era angosto, por lo que el hacinamiento y la incomodidad fueron habituales en el día a día.
La batalla de Preveza por Hugo A. Cañete
La Santa Liga de 1538 fue la antecesora directa de la Santa Liga de 1571, triunfante en Lepanto, y quizá no sea descabellado afirmar que, tanto por las estipulaciones de la alianza como por las naciones y fuerzas participantes, la batalla de Preveza de 1538 fue, sin duda, un primer ensayo general de dicha batalla. Por momentos victorioso, el combate se tornó repentinamente, para los coaligados cristianos, en una catástrofe, para acabar finalmente en una derrota táctica. Las lecciones de Preveza, a pesar de todo, fueron cruciales para la victoria de Juan de Austria sobre los turcos transcurridos 32 años.
Las atarazanas de Barcelona por Marcel Pujol Hamelink (Escola Superior de Conservació i Restauració de Béns Culturals de Catalunya)
Atarazana, término que procede del árabe dar-as-sina’a, significa, literalmente, “casa de construcción”, aunque con el paso del tiempo modificó su significado hacia el de “establecimiento para la construcción y el equipamiento de las galeras”. En el siglo XVI, la fuerte presión que el Imperio otomano ejercía en su política de expansión hacia el Mediterráneo occidental obligó a Carlos I y a Felipe II a aumentar la disponibilidad de sus escuadras de galeras con que dotar a la Armada española en el Mediterráneo. A mediados de siglo la Corona puso en marcha un proyecto constructivo con el objetivo de convertir las Reales Atarazanas de Barcelona en un centro de producción de galeras a gran escala.
La pena de galeras y los forzados por Manuel Martínez Martínez (Universidad de Almería)
Junto a la función militar, las galeras de la Armada española en el Mediterráneo desempeñaron un papel fundamental en la historia penitenciaria española. Este castigo penal tuvo su origen en el intento por suministrar remeros forzosos para paliar la disminución de los buenas boyas –remeros voluntarios–. Las galeras se nutrieron, al principio, de culpables de crímenes capitales, pero siendo insuficiente el número de condenados a muerte se acabó estableciendo este tipo de servidumbre penal como forma alternativa de castigo corporal. Los galeotes, como propulsores del buque en ausencia de viento o en combate, debían someterse a una rígida disciplina bajo la coacción del látigo o del bastón. Bogasen o no, su existencia estuvo sumida en el sufrimiento; siempre encadenados a su ramal y sin moverse de su banco, aun estando enfermos.
El sistema del asiento por Magdalena de Pazzis Pi Corrales (Universidad Complutense de Madrid)
Durante el siglo XVI, la Monarquía puso en marcha diversos dispositivos para contar con eficaz Armada española en el Mediterráneo, desde el recurso del embargo hasta el sistema del contrato de asiento o arriendo entre la Corona y los propietarios particulares. En estos últimos hallamos con gran detalle y minuciosidad las condiciones establecidas por ambas partes, el rey y los privados, acerca del número, los tipos y los arqueos de las embarcaciones, además de la cantidad de gentes de guerra y de mar, ya fueran galeones o galeras las naves que debían proporcionar los asentistas y que a su vez el monarca debía mantener a su costa; así como las misiones que debían realizar en el mar, la duración del contrato y particularidades como sueldos y dietas alimenticias.
Técnicas e instrumentos de navegación en el siglo XVI por Francisco José González González (Real Observatorio de la Armada)
La navegación preferida por los marinos del Mediterráneo, durante cientos de años, fue la de cabotaje, es decir, la realizada de cabo a cabo y de puerto a puerto. Hubo que esperar, para el cambio, hasta el final de la Edad Media y la generalización de los viajes oceánicos, que obligaron a los navegantes europeos a perfeccionar nuevas técnicas e instrumentos que les permitiesen navegar durante largos períodos de tiempo sin tener la costa a la vista. La aguja náutica, el portulano, el astrolabio y la ballestilla eran los recursos más útiles en los albores del siglo XVI.
Jerónimo de Pasamonte, infante de marina por Ricardo González Castrillo (Universidad Rey Juan Carlos)
Las fuerzas navales han desempeñado un papel clave a lo largo de la historia de España. En la monarquía de los Austrias, con sus territorios dispersos por Europa y por todo el globo, la armada nacida de la conjunción de las antiguas marinas de Castilla y Aragón fue tanto un vehículo de comunicaciones indispensable entre los distintos territorios como un elemento central en la política de los Austrias. El primer número especial de esta nueva serie se centrará en la Armada española en el Mediterráneo durante el siglo XVI para exponer los orígenes de la Armada española y sus principales rasgos, tanto en el plano organizativo –desde la logística hasta la financiación– como en lo relativo a la tipología y las características de la nave de guerra por excelencia del periodo, la galera. Se profundizará, asimismo, en las técnicas de navegación, en las tácticas de combate de las grandes flotas de buques a remo y vela, con el ejemplo de la batalla de Preveza, y en los aspectos más mundanos de la vida a bordo de los marineros y soldados. También se tratará el papel de la gente de remo, los galeotes, a través del estudio de la pena de galeras y sus duras condenas. La hoja de servicios de un infante de marina, Jerónimo de Pasamonte, aportará, a su vez, una visión cercana e individual sobre la trayectoria militar de los soldados de los tercios embarcados en las guerras contra el Turco.