En este número continuamos la estela de Desperta Ferro Especial V: los Tercios en el siglo XVI. Analizamos la situación de los Tercios en el siglo XVII, entre 1600-1660 en un momento en que España perdió su supremacía frente a Francia ante un conflicto que duró dos décadas enraizado en otro conflicto mayor europeo (la Guerra de los Treinta Años). Descubriremos que la vida militar, tanto en tiempos de guerra como de paz, conformaba un microscosmos social, ajeno en gran medida al mundo civil, pero a la par estrechamente relacionados. Nos alistamos una vez más en los tercios, punta de lanza de la Monarquía, cuya sola presencia atemorizaba a propios y extraños. Como decían las palabras de Pierre de Bourdeille a finales del siglo XVI: “ A ellos se ha debido y se debe que el gran rey de España inspire terror a todos sus enemigos […] y que cuando se divulga la presencia de tan solo ocho mil soldados españoles nativos en su ejército, sus enemigos se retiren y abandonen el campo”.
Los Tercios (II) 1600-1660
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Descripción
El principio del ocaso por Julio Albi de la Cuesta
A los efectos que aquí interesan, el medio siglo está dominado por la etapa de Felipe IV (1621-1665), aunque solo sea por su larga duración y porque es tuvo presidida por una casi continua sucesión de guerras. Es a consecuencia de las mismas, justamente, cuando se sientan las bases de la pérdida de la posición hegemónica que hasta entonces había ostentado la Monarquía Hispánica, ese “gigantesco experimento de armonización de tradiciones e intereses divergentes”, en palabras de Signorotto. Pero se trata de un largo proceso de erosión, un lento crepúsculo que se arrastra a través de decenios y al que, precisamente por su propia duración, resulta imposible poner mes y día concretos.
Un modelo efímero: las ordenanzas militares en el siglo XVII por Davide Maffi (Università di Pavia)
A finales del siglo XV, la evolución del Arte de la Guerra obligó a la Monarquía Hispánica a reorganizar su aparato militar a través de una reglamentación que ayudó a introducir las novedades aparecidas en la organización, administración y movilización de las fuerzas armadas y transformar las huestes medievales en un verdadero ejército profesional permanente. En este sentido, ya en los meses posteriores a la conquista del reino de Granada, los Reyes Católicos habían decidido fortalecer su dispositivo militar mediante la creación de unas cuantas unidades de caballería, las Guardias de Castilla, primeros elementos de dichas fuerzas: los antecedentes de las ordenanzas militares. Acompañan a este artículo ilustraciones de José Luis García Morán.
Los Tercios en combate (II). Organización y tácticas de los ejércitos de la Monarquía Hispánica en siglo XVII por Eduardo de Mesa Gallego (Nevada State College)
Durante el transcurso del siglo XVI, los tercios apenas sufrieron modificación alguna en su organización o composición tras convertirse en las mejores tropas de Europa. Con todo, fue en la centuria siguiente cuando dichas unidades tuvieron que transformarse progresivamente para lograr adaptarse tanto a las nuevas circunstancias de la Monarquía Hispánica como a los cambios sufridos por el arte de la guerra. Parte de la producción histórica hasta principios del SXXI ha mantenido la idea de que no sufrieron apenas transformaciones en su organigrama antes de convertirse en la élite de los ejércitos de la Edad Moderna; en este artículo se demostrará por qué esta visión no es más que un cliché estático que deforma por completo la realidad militar de la Monarquía Hispánica. Compuesto por ilustraciones de Antonio Jesús Gil Ortega.
El ejército multinacional de los Austrias españoles por Luis Ribot (UNED / Real Academia de la Historia)
Los ejércitos que surgen en Europa a comienzos de los tiempos modernos reúnen dos características importantes y relacionadas entre sí. Están compuestos preferentemente por voluntarios que son además profesionales de la guerra. Ambos elementos resultan enormemente novedosos si los comparamos con los ejércitos medievales, fuertemente determinados por la relación feudal entre el rey y los nobles, responsables principales de la aportación de hombres para el combate. Una figura cuya proliferación, en una época de grandes distancias y comunicaciones difíciles, contradice la tendencia general a vivir dentro de un espacio reducido, convirtiéndose en uno de los primeros profesionales transnacionales, para quien las soberanías y las fronteras tienen un valor relativo. Acompañan ilustraciones de Zvonimir Grbasic.
El reclutamiento en el siglo XVII por Antonio José Rodríguez Hernández (UNED)
A finales del siglo XVI las tasas de reclutamiento del ejército habían dado un vuelco debido a la crisis demográfica que asolaba España. Desde entonces se debieron buscar nuevos sistemas de reclutamiento para completar las plantillas de los Tercios y aumentar el ejército ante las nuevas necesidades militares por las que atravesaba la Monarquía Hispánica, muy presionada por sus enemigos. Con una monarquía de los Austrias a la defensiva durante buena parte del siglo XVII y siempre en estado de guerra total, ante la falta de hombres los sistemas de movilización militar cobraron más importancia que nunca. Composición del artículo con pinturas de Augusto Ferrer-Dalmau.
La gran estrategia de la monarquía (1600-1660) por Rubén González Cuerva (Instituto Histórico Alemán de Roma/IULCE)
Felipe III y Felipe IV heredaron una monarquía de proporciones globales y la obligación de conservar tan ingente patrimonio frente al recelo de media Europa a que intentaran construir la “Monarquía universal”. El apoyo en los parientes centroeuropeos de la Casa de Austria y en el Papado fueron fundamentales para mantener el edificio dinástico e ideológico en que se sustentaba. Más que una gran estrategia, el Rey Católico visualizaba la política europea como un negocio familiar basado en la lealtad y cooperación entre los distintos miembros de la Casa de Austria, supeditados a la ortodoxia católica. Acompañado de mapas sobre los tercios en campaña, la caída del sistema de dominio español: de Flandes a Milán y de la Península Ibérica en la primera mitad del siglo XVII por Carlos de la Rocha.
El asedio de Breda, 1624-1625 por Erik Swart (Universiteit van Amsterdam)
La República holandesa fue puesta bajo enorme presión, cercada por un anillo de guarniciones hispánicas desde Brujas hasta Lingen. Aunque Breda había sido un posible objetivo desde mucho tiempo atrás, la acción de Spínola sorprendió totalmente a los holandeses al materializarse a finales de la temporada de campaña: sus fuerzas rodearon Breda entre el 27 de agosto y el 1 de septiembre 1624. Los comandantes hispanos de más alto rango consideraron la ciudad demasiado fuerte y bien defendida como para ser tomada al asalto, por lo que optaron por el bloqueo y que la plaza fuera rendida por hambre. El artículo está compuesto por ilustraciones de Ángel García Pinto y mapas del sitio de Breda por Carlos de la Rocha.
Herejes, traidores y rebeldes. Los enemigos de la Monarquía vistos desde España por Mateo Ballester Rodríguez (Universidad Complutense de Madrid)
Las identidades nacionales se definen siempre en relación a otros grupos, en contraste con otros; la guerra ha sido por ello un fundamental elemento reforzador de estas identidades, en ocasiones incluso creador de estas. El caso español no es una excepción; los enfrentamientos militares con otros pueblos reforzaron el sentimiento nacional no solo entre las élites, sino también en sectores más amplios de la sociedad. Las primeras décadas del siglo XVII fueron un periodo de intenso reforzamiento del sentimiento nacional español; se consolida en estos años en España la percepción de la Monarquía de los Austrias como la expresión política de la nación española. Esto queda de manifiesto con la evolución por la cual este heterogéneo conjunto de territorios pasó a llamarse Monarquía de España.
Planificación, logística y mando. La campaña del duque de Feria (1632-1633) por Alberto Raúl Esteban Ribas
A principios de la década de 1630 la marcha de la guerra en Flandes no era del todo favorable para los intereses españoles; las tablas estratégicas del período 1625-1629 estaban decantándose en favor de los holandeses. Además existía la problemática de un mando hispánico dividido por rivalidades políticas y rencillas personales bajo el gobierno de la anciana archiduquesa Isabel Clara Eugenia. Olivares estaba dispuesto a realizar un último (enésimo) esfuerzo para conseguir doblegar la voluntad de los holandeses y negociar una solución “con reputación” para el Rey Católico: una fuerza terrestre ascendería desde Italia hasta Flandes, asegurando el Camino Español. Acompañado de pinturas de Augusto Ferrer-Dalmau y mapa de la campaña del ejército de Alsacia por Carlos de la Rocha.
La ciudad errante por José Contreras Gay – Universidad de Almería
Principiemos aceptando el conocido aserto braudeliano de que la historia de la guerra carece de sentido sin vínculo con el estudio de la sociedad que la soporta. Por ello hay que reivindicar el giro historiográfico a favor de la visión de la guerra a ras del terreno y de los que la padecían frente al enfoque más distante de los poderosos que la generaban. La profesionalización de los soldados de los tercios en el siglo XVI provocó una separación entre la vida militar y la civil, que se medía no solo en el fuero, sino en muchos aspectos de la vida cotidiana como la jerga, el vestuario, el afán de ostentación, apego al juego, etc. Ilustraciones de Antonio Jesús Gil Ortega.
Pintura militar y propaganda política por Miguel Morán Turina
El reinado de Felipe IV y el valimiento de Olivares habían comenzado con buen pie. Tras el marasmo y los problemas del reinado anterior, parecía que las cosas marchaban por buen camino, tanto en el interior como en el exterior de nuestras fronteras. Finalizada la Tregua de los Doce Años, considerada ignominiosa y perjudicial para los intereses de la corona por un conde-duque de Olivares que quería enlazar con la política agresiva de Carlos V y de Felipe II, se habían reanudado las hostilidades en los Países Bajos con unos resultados muy favorables a las armas españolas.
El destino del soldado por María del Carmen Saavedra Vázquez (Universidad de Santiago de Compostela)
Una vez licenciado, el destino del soldado español seguía siendo incierto. Salvo los privilegiados que habían desarrollado una exitosa carrera militar o encontraron en la guerra una ocasión para hacer fortuna, los veteranos del ejército debían enfrentarse a múltiples dificultades. La enfermedad y el desamparo acechaban a los viejos soldados, hombres que carecían de una pensión asegurada y cuya suerte iba a depender en muchos casos de la solidaridad de sus antiguos camaradas, la caridad de las instituciones o su capacidad para volver a adaptarse a la vida civil. Artículo compuesto por ilustraciones de Zvonimir Grbasic.