La batalla de las Ardenas, la última gran apuesta de Hitler en el Frente Occidental supuso un auténtico sobresalto para los aliados. Tras sus extraordinarias victorias militares en el segundo semestre de 1944, los aliados creyeron que la guerra estaba ganada y la ofensiva alemana en la batalla de las Ardenas los cogió por sorpresa. El general Bradley, al mando de las tropas estadounidenses, no supo reaccionar, a diferencia de Eisenhower o George Patton, la “bestia negra” de Bradley, que acabaría por destruir su propia carrera. Las tensiones que esto generaría y, que a la postre se iban a resolver, fue lo más cerca que estuvo Hitler de separar a los aliados occidentales. Aun así, aunque la batalla de las Ardenas hubiera sido un éxito, a pesar de que hubiera llegado a Amberes y embolsado a los británicos, e incluso si estos, incapaces de seguir luchando, hubieran retirado sus tropas de Europa continental, es muy poco probable que el Reich se hubiera hecho con la victoria estratégica en occidente. En este primer número dedicado a la batalla de las Ardenas analizaremos en detalle la ofensiva alemana, mientras que en la segunda parte veremos el contrataque aliado.
La batalla de Ardenas (I)
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Descripción
El avance aliado por Europa por Jeremy Black (University of Exeter)
Mientras los aliados progresaban a gran velocidad desde Normandía, las esperanzas de terminar la guerra antes de la Navidad de 1944 aumentaban. Al rápido avance inicial se oponía la tenaz resistencia alemana que se iba endureciendo a medida que los atacantes se aproximaban a la frontera con Alemania y Hitler adoptaba una actitud más defensiva. La incapacidad de embolsar a los alemanes facilitó la retirada de tropas veteranas, posibilitando así futuros contraataques. Por otro lado, el efecto de los combates en Italia, Francia y especialmente el frente del Este se hacían sentir en Alemania y sus reservas humanas. La batalla de las Ardenas sería una respuesta a todo esto con la que Hitler perseguía conseguir una victoria moral para el pueblo alemán y la posibilidad de obligar a los aliados occidentales a sentarse a negociar, una empresa que se vería complicada por la inexperiencia y falta de entrenamiento de la infantería alemana, que las aguerridas fuerzas acorazadas intentarían suplir.
Wacht am Rhein, el plan alemán por Philippe Guillemot
Con el objetivo de revertir la situación en el frente Oeste, Hitler intentó aprovechar la debilidad logística causada por el fulgurante avance de los aliados, así como la pausa efectuada en el frente del Este por los soviéticos. Desde que el Führer dio a conocer los detalles a su Estado Mayor, la operación se preparó bajo el más estricto secreto. La necesidad del efecto sorpresa llevó a concentrar las tropas tan solo dos días antes, y a que incluso el propio Comandante del Frente del Oeste, Von Rundstedt, fuera dejado al margen de la planificación en un primer momento. El Alto Mando alemán consiguió llevar a cabo una proeza organizativa para recuperar la iniciativa en el frente del Oeste, en medio de la debacle total de sus ejércitos. A través de trayectos nocturnos y un cuidadoso goteo de unidades fue posible concentrar en un punto débil del frente aliado a grandes contingentes acorazados y de infantería. Todo estaba preparado para el asalto final en el sector de las Ardenas.
Testimonios: los soldados aliados en la batalla de las Ardenas por Martin King
A través de los relatos de diversos combatientes del ejército aliado que vivieron en primera persona el feroz ataque alemán a lo largo del frente de las Ardenas podremos entender mejor las percepciones de estos hombres y los problemas del día a día en el frente. El frío fue un elemento peligroso y omnipresente al que los imaginativos soldados intentaban poner solución, la falta de cantidad y variedad en el alimento o los problemas de salud derivados del clima minaron la moral y capacidad de resistencia de unos soldados capaces sin embargo de ofrecer una resistencia épica dadas las circunstancias, como los miembros de la Agrupación Desobry, que según el comentario de su capitán T. “Jack Prior” “a pesar de que los superaban 10 a 1, aguantaron 2 días y destruyeron 31 carros de combate enemigos”.
La batalla de Saint Vith por Christer Bergström
Durante la ofensiva alemana de la batalla de las Ardenas en diciembre de 1944, Saint Vith, una pequeña localidad belga de unos 2800 habitantes mayoritariamente germanófonos, fue el escenario del mayor encuentro de carros de combate de la batalla entre los cazacarros alemanes Panzer IV/70 y los Sherman. Entre la infantería, los bisoños combatientes de la 106º división resultaron no ser rivales para los Volksgrenadier y las tropas de las SS. El autor cuestiona la validez de la visión tradicional según la cual la defensa de Saint Vith por los aliados fue uno de los factores que hizo fracasar la ofensiva alemana, demostrando la eficacia con que el Alto Mando germano desencadenó una ofensiva eficaz en esta pequeña población.
Operación Stösser por Hans Wijers
A principios de diciembre Hitler abogó por la incorporación de una operación aerotransportada en el plan de ataque del Sexto Ejército Panzer, con el fin de proteger el flanco norte del avance del mismo. La idea era que, la noche antes, un batallón de entre 600 y 800 Fallschirmjäger, bajo el mando del teniente coronel Friedrich-August von der Heydte, un experimentado comandante de paracaidistas, saltara sobre la región conocida como Hohes Venn.
El Kampfgruppe SS Peiper por Christer Bergström
La vanguardia de la ofensiva hitleriana de la batalla de las Ardenas, en diciembre de 1944, la formó el Kampfgruppe SS Peiper que, a pesar de lo que se ha afirmado en muchas descripciones de la batalla, no fue una unidad de élite sino más bien todo lo contrario. El escaso entrenamiento de las tropas de las SS y el peculiar carácter de su fanático comandante llevaron a la aparición de episodios llamativos durante el desarrollo de la ofensiva.
El fracaso de la inteligencia aliada por Leo Barron
El 16 de diciembre de 1944, alrededor de un cuarto de millón de hombres, encuadrados en más de veinte divisiones alemanas, incluyendo varias de Panzer y de Fallschirmjäger [N. del T.: paracaidistas, aunque en general ninguno de sus soldados estaba entrenado como tal], iniciaron una inmensa contraofensiva en la región belga y luxemburguesa de las Ardenas. La tempestad que desencadenaron cayó sobre las fuerzas estadounidenses repentinamente y cogió desprevenidos a muchos altos mandos aliados. El camuflaje, el clima, la habilidad organizativa alemana y el exceso de confianza mostrado por los aliados contribuyeron a garantizar el factor sorpresa para los alemanes.
La sublevación en Guadalajara por Robert Muñoz Bolaños (Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado, UNED)
Durante los días previos a la sublevación militar que daría comienzo a la Guerra Civil, el comandante de ingenieros Rafael Ortiz de Zárate, presidente de la junta golpista de Guadalajara, y sus colaboradores, se vieron inmersos en la tarea de planificar el alzamiento y contactar con las tropas rebeldes provenientes de Zaragoza. La tarea, nada fácil en una provincia con escasa presencia militar y en la que la guardia civil se encontraba dividida, dependió también de la colaboración de los civiles afines, principalmente falangistas, carlistas y miembros de la CEDA. El éxito de la acción dependería de la reacción del gobierno local, conocedor de algunos de estos movimientos y que contaba con el apoyo de parte de la población y del ejército gubernamental en Madrid, más cercano a la provincia que las tropas rebeldes de Mola.